Si eres trabajador o trabajadora social no es necesario que sigas leyendo, sólo con el título, sabes qué voy a contar en esta entrada. Si por el contrario te dedicas a la enseñanza, a la medicina, a la abogacía, eres secretario/a de Ayuntamiento, policía, guardia civil, alcalde, concejal, farmacéutico o trabajas en un banco, un bar, una tienda o un quiosco, por poner sólo algunos ejemplos, lo que voy a contar en esta entrada te interesa.
Incluso si eres una persona de la calle, aunque no sé qué significa exactamente ser persona de la calle, también puedes aprender algo leyendo lo que sigue, porque la gente de la calle es muy de acordarse de Santa Rita cuando truena. También si eres vecina ¿qué haríamos en los Servicios Sociales sin la inestimable colaboración de las vecinas? También hay vecinos, que conste, pero a mí habitualmente las que me cuentan las cosas, son las vecinas. Ellas dejan de ser vecinas para ascender a la categoría de informadoras necesarias. Nótese la ironía, por favor.
En el día a día poca gente repara en la existencia de los Servicios Sociales. Ahora bien, ante cualquier pequeña o gran desgracia que tenga algún factor social, todo el mundo se acuerda de nosotros: ¿y dónde estaban los Servicios Sociales que no han hecho nada? También los políticos se acuerdan de nuestras madres en tales circunstancias, esa categoría de seres que en muchas ocasiones recortan y recortan hasta hacerse sangre en sus propios dedos. Esa gente honrada que trabaja por el pueblo. Esas gentes de bien. Muy interesante en este sentido la entrada del compañero Pedro Celiméndiz: aquí.
Las problemáticas más habituales en las que salimos a relucir, dejando a un lado las grandes desgracias, son los casos en los que hay menores en riesgo de desprotección (real o supuesto) y los casos de personas mayores en situación de abandono. Entiendo la preocupación y buena intención de quien se pregunta si no estaríamos tomando café o perdidos entre papeles y trámites burocráticos innecesarios en lugar de atender las situaciones de necesidad. Lo cierto es que nuestro trabajo y nuestras funciones son bastante desconocidas.
Muchas veces me pregunto cómo hacer entender a estas personas que los Servicios Sociales no tenemos capacidad para intervenir en realidades complejas de forma mágica. Es más, no debemos. Me vienen a la mente casos en los que la intervención de los Servicios Sociales ha destrozado la vida de familias para siempre. Defiendo que nuestra intervención debe ser mínima y progresiva, adaptada a las circunstancias y sin rupturas bruscas. En este sentido, tenemos una función pedagógica fundamental para que la ciudadanía entienda que muchas veces es mejor que no intervengamos. En próximas entradas analizaré situaciones más concretas para que se entienda mejor, en esta sólo pretendo abrir boca.
Para que os hagáis una idea de las situaciones a las que nos enfrentamos os contaré una anécdota breve. Un día me llamaron para contarme un narco-drama que os resumo en dos frases: han visto a una niña en el parque con una colilla recogida del suelo diciendo "me voy a fumar un porro". Para la informadora necesaria esto es signo inequívoco de que en su casa se drogan. Con sólo llamarnos ya consideran que han dado parte a la autoridad competente y la retirada de la patria potestad debería ser inmediata ¡por supuesto! Y ante semejante aberración, los Servicios Sociales no hacemos nada ¡qué vergüenza!
Tenemos una responsabilidad pública, no podemos actuar a golpe de ocurrencia, ese es un lujo que no nos podemos permitir. Además es importante entender que toda actuación lleva su tiempo, que los procesos de toma de decisiones no son inmediatos, que necesitamos mucha seguridad antes de tomar medidas que comprometan para siempre la vida de la gente. A veces es importante poner el freno y pararse a reflexionar.
Incluso si eres una persona de la calle, aunque no sé qué significa exactamente ser persona de la calle, también puedes aprender algo leyendo lo que sigue, porque la gente de la calle es muy de acordarse de Santa Rita cuando truena. También si eres vecina ¿qué haríamos en los Servicios Sociales sin la inestimable colaboración de las vecinas? También hay vecinos, que conste, pero a mí habitualmente las que me cuentan las cosas, son las vecinas. Ellas dejan de ser vecinas para ascender a la categoría de informadoras necesarias. Nótese la ironía, por favor.
En el día a día poca gente repara en la existencia de los Servicios Sociales. Ahora bien, ante cualquier pequeña o gran desgracia que tenga algún factor social, todo el mundo se acuerda de nosotros: ¿y dónde estaban los Servicios Sociales que no han hecho nada? También los políticos se acuerdan de nuestras madres en tales circunstancias, esa categoría de seres que en muchas ocasiones recortan y recortan hasta hacerse sangre en sus propios dedos. Esa gente honrada que trabaja por el pueblo. Esas gentes de bien. Muy interesante en este sentido la entrada del compañero Pedro Celiméndiz: aquí.
Las problemáticas más habituales en las que salimos a relucir, dejando a un lado las grandes desgracias, son los casos en los que hay menores en riesgo de desprotección (real o supuesto) y los casos de personas mayores en situación de abandono. Entiendo la preocupación y buena intención de quien se pregunta si no estaríamos tomando café o perdidos entre papeles y trámites burocráticos innecesarios en lugar de atender las situaciones de necesidad. Lo cierto es que nuestro trabajo y nuestras funciones son bastante desconocidas.
Muchas veces me pregunto cómo hacer entender a estas personas que los Servicios Sociales no tenemos capacidad para intervenir en realidades complejas de forma mágica. Es más, no debemos. Me vienen a la mente casos en los que la intervención de los Servicios Sociales ha destrozado la vida de familias para siempre. Defiendo que nuestra intervención debe ser mínima y progresiva, adaptada a las circunstancias y sin rupturas bruscas. En este sentido, tenemos una función pedagógica fundamental para que la ciudadanía entienda que muchas veces es mejor que no intervengamos. En próximas entradas analizaré situaciones más concretas para que se entienda mejor, en esta sólo pretendo abrir boca.
Para que os hagáis una idea de las situaciones a las que nos enfrentamos os contaré una anécdota breve. Un día me llamaron para contarme un narco-drama que os resumo en dos frases: han visto a una niña en el parque con una colilla recogida del suelo diciendo "me voy a fumar un porro". Para la informadora necesaria esto es signo inequívoco de que en su casa se drogan. Con sólo llamarnos ya consideran que han dado parte a la autoridad competente y la retirada de la patria potestad debería ser inmediata ¡por supuesto! Y ante semejante aberración, los Servicios Sociales no hacemos nada ¡qué vergüenza!
Tenemos una responsabilidad pública, no podemos actuar a golpe de ocurrencia, ese es un lujo que no nos podemos permitir. Además es importante entender que toda actuación lleva su tiempo, que los procesos de toma de decisiones no son inmediatos, que necesitamos mucha seguridad antes de tomar medidas que comprometan para siempre la vida de la gente. A veces es importante poner el freno y pararse a reflexionar.
Por las cosas que yo he escuchado, parece como si hubiera una idea de fondo, como una cierta "confusión", y lo entrecomillo porque tampoco es confusión sino, como de costumbre, desconocimiento. A los servicios sociales pueden llegar avisos de ciertas cosas pero tampoco podéis presentaros en una vivienda y echar la puerta abajo, por lo que entiendo yo.
ResponderEliminarEspero con muchas ganas las siguientes entradas, sé que voy a aprender mucho!!!
Un abrazo :)
Toda la razón, Carolina. El desconocimiento sobre qué hacemos y qué es lo que podemos hacer realmente en Servicios Sociales genera en mucha ocasiones decepción o frustración en la gente, porque no hay remedios infalibles, y porque no podemos saltarnos la ley, como es lógico. Respecto a la ciudadanía lo entiendo, personalmente me preocupa más el desconocimiento por parte de muchos y muchas profesionales de otros ámbitos que nos piden soluciones que no están en nuestras manos, y no entienden los tiempos necesarios para ir logrando cambios de forma paulatina. Ahí está nuestra labor pedagógica para que lo vayan entendiendo, al menos en nuestro entorno. Gracias, compañera!!
EliminarGracias por la cita, generoso. Espero tus próximos análisis sobre este tema, como dices con ejemplos concretos. Los servicios sociales desarrollamos funciones muchas veces desconocidas y debemos esforzarnos en comunicar lo que hacemos. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarPodría citar muchas de tus entradas, Pedro, concretamente esta última venía muy a cuento. Con lo bien que lo explicas tú, para quien quiera saber más, que te lea y aprenda.
EliminarRespecto a este tema, me resulta difícil de explicar, pero quiero hacer el esfuerzo para que se entiendan por un lado las limitaciones que tenemos en Servicios Sociales, y por otro, las posibilidades y potencialidades de actuación. También quiero contrastar con vosotros, compañeros, formas de intervención, para seguir aprendiendo. Creo que contando algunos casos o ejemplos concretos, puede resultar más fácil. A ver cómo sale la experiencia. Nos leemos!!
En la prisión ya ni te cuento! A mi me han preguntado ya mil veces por lo menos que qué hacemos (incluidos funcionari@s de diferentes áreas) y ahí entra nuestra función informativa hacia nuestros y nuestras usuarios/as y hacia la comunidad en general... Que cruz!!!
ResponderEliminarNo me extraña, Jose Manuel, si yo me "quejo", no me quiero imaginar lo que tienes que "aguantar" tú. Hasta a mí me genera muchas dudas las funciones exactas de l@s trabajador@s sociales en prisión, por eso te agradezco tanto el blog, porque aprendo. Que si algo no sabemos, pues preguntamos o nos informamos, es lo suyo, y no dar por hecho cosas. Un abrazo!!!
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