jueves, 29 de noviembre de 2012

1 de Diciembre. Cuestión de dualidades.


Es posible que la mandrágora sea una de las plantas más fascinantes que existen, quizá por eso ha dado origen a tantos mitos y leyendas. Se trata de una planta altamente tóxica, que se ha llegado a utilizar como veneno. Sólo el hecho de manipularla con las manos puede provocar mareos y dificultad para respirar. Sin embargo, su uso medicinal es común desde tiempos remotos, sobre todo debido a los alcaloides que contiene su raíz, que se utilizan para la fabricación de analgésicos muy eficaces para mitigar o eliminar el dolor.
            Ejerce sobre mí una atracción irresistible todo aquello que tenga este tipo de dualidades, dos efectos tan opuestos pertenecientes a un mismo elemento.

            Me viene esto a la mente ante la proximidad del Día Mundial de la Lucha contra el Sida. Quienes llevamos años participando activamente en el movimiento anti-sida afrontamos este día con preocupación. Motivos no nos faltan. El panorama en esta España nuestra ha cambiado de forma radical desde el 1 de diciembre pasado. Llevo muchos años viviendo este día con especial intensidad, pero nunca he tenido la sensación que me invade en esta ocasión, es una mezcla de rabia y tristeza. Pero al mismo tiempo sé que tengo energía suficiente para afrontar lo que pueda venir.

            El Plan Nacional del Sida ha sido reducido a su mínima expresión, el presupuesto que las Administraciones públicas invierten en prevención y asistencia a los afectados ha experimentado los recortes más brutales. Todos estos cambios van a suponer un grave problema de salud pública difícil de pronosticar.

Y sin embargo, en esta ocasión, no quiero pecar de victimismo, de quejoso, de cansino… quiero ser positivo, sentirme capaz de afrontar este nuevo escenario con más energía si cabe, y con esperanza. El vih me ha enseñado muchas cosas a lo largo de mi vida. Igual de resistente que el virus, es la lucha que hemos mantenido frente al mismo, seguimos batallando y seguimos siendo fuertes.

El sida me ha enseñado que ante esta pandemia el hombre es capaz de sacar lo peor de sí mismo, lo más rastrero, lo más humillante, lo más indigno, su mayor miseria y su mayor violencia, el odio, el desprecio, el venero y la toxicidad, como la mandrágora… pero esta misma pandemia tiene otra cara, una cara  positiva, como la raíz de la mandrágora, que es capaz de aliviar dolores infernales, porque este virus ha sacado lo mejor que el ser humano tiene dentro: la generosidad, el apoyo, la amistad, el compañerismo, el espíritu de lucha, la capacidad de trabajar en equipo y plantar cara al estigma y la discriminación, las ganas de crear un mundo mejor y más justo. Y en eso estamos…

Ante la falta de apoyo institucional, adquiere un papel protagonista la sociedad civil, como siempre, las personas que nos estamos dejamos la piel en una guerra que sabemos con seguridad que acabaremos ganando.

Hoy quiero mostrar mi admiración a mis compañeras y compañeros del Comité Ciudadano Antisida de Zamora, una entidad que creo que ha llegado a formar parte hasta de mis propios genes. No nos vamos a rendir, tenemos coraje para seguir alzando nuestra voz. Las dificultades se pueden transformar en retos y oportunidades para saber quién está de nuestro lado y qué está dispuesto a dar.

Gracias, compañer@s: por los buenos momentos, por los malos, por todo lo vivido, por las risas, las lágrimas, la emoción, las dificultades y los sacrificios, por todo lo que me aportáis y por vuestra contribución social. Pero principalmente… por el camino que vamos a seguir transitando juntos!!

sábado, 24 de noviembre de 2012

25 de noviembre "El amor equivocado"

Un cuento de Jorge Bucay llamado "Sólo por amor" cuenta la  historia de un hombre y una mujer que se conocen y se enamoran, pero están separados por un muro. Se ven a través de hendiduras y ventanas y caminan de forma paralela hasta que aparece una puerta muy estrecha, a través de la cual el hombre decide pasar y encontrarse, por fin, con su amada. Pero la puerta es angosta y al intentar atravesarla, de perfil, se queda atascado, teniendo que sacrificar parte de su cuerpo, primero una oreja, luego un brazo y finalmente un pie. Cuando al fin se planta frente a su amada, después de todo el sacrificio experimentado, ella ya no le quiere, porque ha cambiado, porque ya no es el que conoció, el hombre del que se enamoró.

Esta historia nos habla del amor, del amor mal entendido, del amor equivocado. De enamorarse de una persona que con el tiempo cambia, o de una persona de la que aún no conocemos su verdadera esencia. Pensamos que el amor todo lo puede, que todo sacrificio es legítimo, que contigo pan y cebolla. Eso al menos nos han hecho creer.

El 25 de noviembre celebramos (¡rara palabra!) el día internacional contra la violencia de género. Es un buen momento para hacer una pausa y reflexionar sobre una realidad a la que seguimos sin dar una respuesta eficaz. Seguimos socializándonos en el amor equivocado, en el amor mal entendido, en el “me quiere, ya cambiará”.

La vergüenza que hoy siento ante la falta de sensibilidad de nuestro gobierno con este tema, no la puedo explicar con palabras. Sólo en este año que llevan en el poder se ha reducido el presupuesto en la prevención integral de la violencia de género en un 27 %, a lo que hay que sumar la reducción en asistencia social. La ministra Ana Mato ya no habla de violencia de género, ella habla de “violencia doméstica”. Volvemos al antiguo régimen.

Quiero recordar que según la Organización Mundial de la Salud la violencia de género es la primera causa de muerte en el mundo entre mujeres de 15 a 44 años. Y la muerte es sólo la punta del iceberg del sufrimiento que causa el dichoso patriarcado.

Hoy estreno este espacio con un homenaje a todas las mujeres que sufren y han sufrido el maltrato de canallas. Mi reconocimiento a su lucha silenciosa, su valentía y su sufrimiento.

Y por último una recomendación cinematográfica, que nunca está de más: “Te doy mis ojos” de Icíar Bollaín, una película del 2003 totalmente actual.