Canuto II, popularmente conocido como Canuto el Grande, fue rey de Inglaterra y Dinamarca a principios del Siglo XI, llegando a conquistar también el reino de Noruega y parte de Suecia. En poco tiempo la idea de que tenía un poder ilimitado se extendió por los territorios bajo su dominio, llegando a decirse de él que tenía capacidades sobrenaturales. En cierta ocasión, para poner a prueba su infinito poder, el rey Canuto instaló su trono en la orilla del mar y ordenó a las olas que se detuviesen. ¿Tanto confiaba en sus capacidades? ¿Tal era su prepotencia, su falta de humildad? ¿Se había vuelto rematadamente loco?
Han pasado diez siglos desde este acontecimiento histórico del viejo continente y el panorama ha cambiado mucho en Europa, nos hemos dotado de una estructura común y el poder de los reyes ya no es absoluto. Este sábado tenemos elecciones al Parlamento europeo y los políticos son elegidos por el pueblo, un pueblo que no cree que sus gobernantes tengan poderes sobrenaturales. Vivimos una continua fiesta de la democracia, celebramos que las decisiones se toman por y para el pueblo, la soberanía popular es un hecho...
Vale, vale, quizá estoy exagerando, es posible que algunos mensajes repetidos últimamente por esas gentes de bien me hayan producido cierto lavado de cerebro que debo controlar. La realidad es que hay un importante desprestigio de la clase política y la ciudadanía confiamos poco o nada en aquello que nos pueden ofrecer. Sin embargo las decisiones que toman nos afectan y nos afectan mucho, también las decisiones que se toman en Europa. Aunque parece que en estas elecciones se prevé una baja participación, creo que en los últimos años nos hemos hecho conscientes de lo determinante que es el juego de poderes europeo para cuestiones que nos afectan en el día a día.
Esta es la realidad: los ataques al sistema de protección social que estábamos construyendo en España antes de la crisis, no son responsabilidad únicamente de nuestro gobierno, la Unión Europea tiene una importante responsabilidad. Sé que tenemos pocas ganas de votar, que hemos perdido muchas esperanzas y no confiamos en lo que nos ofrecen, pero si nos quedamos en casa tampoco vamos a lograr nada. Sea cual sea tu caso, te recomiendo que leas la entrada de Belén Navarro en su blog en la que nos anima a NO VOTAR. Acertada, como siempre, quizá ella logre convenceros.
Y como yo no suelo dejar de decir lo que pienso hay varias cuestiones que me preocupan y que hace más necesario votar en estas elecciones. Una fundamental es el avance de la extrema derecha en Europa, grupos políticos que pueden obtener mucha representación y que defienden políticas de exclusión, de desprecio hacia el diferente, antimigratorias y xenófobas. Os podéis imaginar qué tipo de políticas sociales va a desarrollar una Europa gobernada por esta gente.
Vale, vale, quizá estoy exagerando, es posible que algunos mensajes repetidos últimamente por esas gentes de bien me hayan producido cierto lavado de cerebro que debo controlar. La realidad es que hay un importante desprestigio de la clase política y la ciudadanía confiamos poco o nada en aquello que nos pueden ofrecer. Sin embargo las decisiones que toman nos afectan y nos afectan mucho, también las decisiones que se toman en Europa. Aunque parece que en estas elecciones se prevé una baja participación, creo que en los últimos años nos hemos hecho conscientes de lo determinante que es el juego de poderes europeo para cuestiones que nos afectan en el día a día.
Esta es la realidad: los ataques al sistema de protección social que estábamos construyendo en España antes de la crisis, no son responsabilidad únicamente de nuestro gobierno, la Unión Europea tiene una importante responsabilidad. Sé que tenemos pocas ganas de votar, que hemos perdido muchas esperanzas y no confiamos en lo que nos ofrecen, pero si nos quedamos en casa tampoco vamos a lograr nada. Sea cual sea tu caso, te recomiendo que leas la entrada de Belén Navarro en su blog en la que nos anima a NO VOTAR. Acertada, como siempre, quizá ella logre convenceros.
Y como yo no suelo dejar de decir lo que pienso hay varias cuestiones que me preocupan y que hace más necesario votar en estas elecciones. Una fundamental es el avance de la extrema derecha en Europa, grupos políticos que pueden obtener mucha representación y que defienden políticas de exclusión, de desprecio hacia el diferente, antimigratorias y xenófobas. Os podéis imaginar qué tipo de políticas sociales va a desarrollar una Europa gobernada por esta gente.
Si estás muy decepcionado con los partidos grandes también tienes la oportunidad de darles un toque de atención, hay muchas opciones y en esta ocasión cada voto cuenta. Piensa en quién puede representar mejor tus intereses y el domingo 25 no te quedes en casa. El compañero Nacho Santás también te anima a participar con una entrada en su blog: aquí.
Lo cierto es que yo también estoy decepcionado, lo tengo que reconocer, pero mi decepción no se transforma en desesperanza o en desidia, porque sigo confiando en el género humano y sé que somos capaces de grandes cosas, sé que podemos cambiar las cosas y también estoy seguro de que podemos tener otro tipo de políticos, pero se lo tenemos que exigir.
¿Queréis que os cuente algo más del rey Canuto? La historia del trono junto al mar fue una estrategia bien pensada, una argucia de un rey que con esta acción demostraba inteligencia y astucia. Él sabía perfectamente que las olas no le iban a obedecer, él sabía que a pesar de su linaje era un ser humano con las mismas capacidades que cualquiera de sus súbditos, pero quería que estos también lo supieran. Las olas, como podemos imaginar, no obedecieron al monarca. Esta fue la forma en que el rey Canuto el Grande demostró con humildad que era un mortal como cualquier otro. Quizá nos merezcamos políticos que como él se atrevan a mostrarse humildes, quizá no. De nosotros depende.
¿Queréis que os cuente algo más del rey Canuto? La historia del trono junto al mar fue una estrategia bien pensada, una argucia de un rey que con esta acción demostraba inteligencia y astucia. Él sabía perfectamente que las olas no le iban a obedecer, él sabía que a pesar de su linaje era un ser humano con las mismas capacidades que cualquiera de sus súbditos, pero quería que estos también lo supieran. Las olas, como podemos imaginar, no obedecieron al monarca. Esta fue la forma en que el rey Canuto el Grande demostró con humildad que era un mortal como cualquier otro. Quizá nos merezcamos políticos que como él se atrevan a mostrarse humildes, quizá no. De nosotros depende.
Os dejo con esta canción de Génesis, que habla de la historia que hoy traigo al blog: