jueves, 22 de mayo de 2014

El rey Canuto y las elecciones al Parlamento europeo


        Canuto II, popularmente conocido como Canuto el Grande, fue rey de Inglaterra y Dinamarca a principios del Siglo XI, llegando a conquistar también el reino de Noruega y parte de Suecia. En poco tiempo la idea de que tenía un poder ilimitado se extendió por los territorios bajo su dominio, llegando a decirse de él que tenía capacidades sobrenaturales. En cierta ocasión, para poner a prueba su infinito poder, el rey Canuto instaló su trono en la orilla del mar y ordenó a las olas que se detuviesen. ¿Tanto confiaba en sus capacidades? ¿Tal era su prepotencia, su falta de humildad? ¿Se había vuelto rematadamente loco?

        Han pasado diez siglos desde este acontecimiento histórico del viejo continente y el panorama ha cambiado mucho en Europa, nos hemos dotado de una estructura común y el poder de los reyes ya no es absoluto. Este sábado tenemos elecciones al Parlamento europeo y los políticos son elegidos por el pueblo, un pueblo que no cree que sus gobernantes tengan poderes sobrenaturales. Vivimos una continua fiesta de la democracia, celebramos que las decisiones se toman por y para el pueblo, la soberanía popular es un hecho... 

        Vale, vale, quizá estoy exagerando, es posible que algunos mensajes repetidos últimamente por esas gentes de bien me hayan producido cierto lavado de cerebro que debo controlar. La realidad es que hay un importante desprestigio de la clase política y la ciudadanía confiamos poco o nada en aquello que nos pueden ofrecer. Sin embargo las decisiones que toman nos afectan y nos afectan mucho, también las decisiones que se toman en Europa. Aunque parece que en estas elecciones se prevé una baja participación, creo que en los últimos años nos hemos hecho conscientes de lo determinante que es el juego de poderes europeo para cuestiones que nos afectan en el día a día.

        Esta es la realidad: los ataques al sistema de protección social que estábamos construyendo en España antes de la crisis, no son responsabilidad únicamente de nuestro gobierno, la Unión Europea tiene una importante responsabilidad. Sé que tenemos pocas ganas de votar, que hemos perdido muchas esperanzas y no confiamos en lo que nos ofrecen, pero si nos quedamos en casa tampoco vamos a lograr nada. Sea cual sea tu caso, te recomiendo que leas la entrada de Belén Navarro en su blog en la que nos anima a NO VOTAR. Acertada, como siempre, quizá ella logre convenceros.

        Y como yo no suelo dejar de decir lo que pienso hay varias cuestiones que me preocupan y que hace más necesario votar en estas elecciones. Una fundamental es el avance de la extrema derecha en Europa, grupos políticos que pueden obtener mucha representación y que defienden políticas de exclusión, de desprecio hacia el diferente, antimigratorias y xenófobas. Os podéis imaginar qué tipo de políticas sociales va a desarrollar una Europa gobernada por esta gente.

        Si estás muy decepcionado con los partidos grandes también tienes la oportunidad de darles un toque de atención, hay muchas opciones y en esta ocasión cada voto cuenta. Piensa en quién puede representar mejor tus intereses y el domingo 25 no te quedes en casa. El compañero Nacho Santás también te anima a participar con una entrada en su blog: aquí.

        Lo cierto es que yo también estoy decepcionado, lo tengo que reconocer, pero mi decepción no se transforma en desesperanza o en desidia, porque sigo confiando en el género humano y sé que somos capaces de grandes cosas, sé que podemos cambiar las cosas y también estoy seguro de que podemos tener otro tipo de políticos, pero se lo tenemos que exigir.

        ¿Queréis que os cuente algo más del rey Canuto? La historia del trono junto al mar fue una estrategia bien pensada, una argucia de un rey que con esta acción demostraba inteligencia y astucia. Él sabía perfectamente que las olas no le iban a obedecer, él sabía que a pesar de su linaje era un ser humano con las mismas capacidades que cualquiera de sus súbditos, pero quería que estos también lo supieran. Las olas, como podemos imaginar, no obedecieron al monarca. Esta fue la forma en que el rey Canuto el Grande demostró con humildad que era un mortal como cualquier otro. Quizá nos merezcamos políticos que como él se atrevan a mostrarse humildes, quizá no. De nosotros depende.

        Os dejo con esta canción de Génesis, que habla de la historia que hoy traigo al blog:


sábado, 17 de mayo de 2014

Cuento en el día contra la homofobia


Hoy es 17 de mayo y eso significa que conmemoramos a nivel mundial el Día contra la Homofobia y la Transfobia. Si quieres conocer el origen de esta celebración reivindicativa lo conté el año pasado en una entrada (aquí) que si lees, podrás conocerme un poco más.

Este año podría contar una situación de homofobia sufrida por mí y de este modo contribuir a desmitificar la idea de que ya está todo ganado, todo hecho, que no hay nada por lo que luchar, pero voy a dejarlo madurar un poco más y seguiré con el plan previsto. Voy a compartir un cuento escrito por mí que habla de estereotipos de género y que considero muy adecuado en esta fecha. Espero que os guste.


                               EL BELLO DURMIENTE

Erase una vez, hace muchos muchos años, unos reyes poco fértiles que deseaban con fervor tener una hija que heredase su reino. Cada vez que la reina volvía de luchar en alguna de sus muchas batallas, el rey le recibía con manjares exquisitos, un baño caliente con aceites esenciales y la cama con dosel preparada para pasar una noche de máximo placer y lograr descendencia.

La reina era conocida en la corte por su pericia con la espada, su valentía, su perseverancia, su capacidad para tomar decisiones y su éxito social, militar y político. El rey, por su parte, era muy popular por lo bien que atendía el palacio, por su ternura, su generosidad, su discreción, su entrega a los demás y sus guisos de carne con especias. El matrimonio era querido y respetado por el vulgo y hacía años que nadie añoraba la república, pero en su alcoba vivían el drama de no lograr la tan ansiada descendencia, la primogénita que a su muerte gobernase con mano firme los territorios conquistados con esfuerzo y estrógenos.

Transcurrido un tiempo y con la ayuda de ungüentos de una vieja hechicera lograron embarazarse, pero la ecografía de las veinte semanas desveló aquello que temían: el bebé sería varón. Pronto asumieron que si no tenían descendencia femenina nadie querría vivir en un reino gobernado por un hombre, pues sus súbditos eran gente muy conservadora acostumbrada desde hacía siglos al liderazgo de reinas audaces, valientes y conquistadoras. Lo intentaron durante años pero los ungüentos no volvieron a hacer efecto en el vientre yermo de la reina, y por aquel entonces la adopción internacional no era tendencia.

Así que muy a su pesar decidieron educar a su hijo para gobernar, intentando no ver que la cabra tira al monte y que el joven príncipe mostraría desde muy chiquitito predilección por las tareas del hogar, el diseño de interiores y el color rosa-fucsia.

Siendo un adolescente delicado, aficionado al ballet y a hacer encaje de bolillos, acudió a una fiesta juvenil organizada por una periodista estirada y ambiciosa, donde le dieron un hongo alucinógeno que le hizo dormir por cien años, hasta que una joven e intrépida princesa de un reino lejano, después de pasar por mil trampas y aventuras, logró despertarle del profundo sueño con un beso en la mejilla… presentándole, cuando se hubo quitado las legañas y vestido con ropas que marcaban su cuerpo definido, a su hermano, un príncipe soñador, atractivo y muy viril, partidario de la condonación de la deuda externa y la consolidación de unos Servicios Sociales de calidad y con el que compartía muchas aficiones (la lectura, la danza, salir al campo a recoger margaritas o el macramé) motivos más que suficientes para que nuestro joven príncipe cayera enamorado tal y como había soñado durante años.

Se casaron con los pies descalzos para sentir la tierra a la que estaban vinculados por linaje, expulsaron de su reino a los prestamistas, a los usureros y a todos aquellos que querían echar a otros injustamente de sus casas, inventaron los derechos humanos, la educación pública, la sanidad universal y la ley de dependencia, prohibieron la caza de elefantes y fueron felices, comieron muchos y exquisitos guisos de cocina vegana y juntos fundaron el primer reino gobernado por hombres sensibles.

Y colorín colorado, este cuento no tan monárquico como aparenta, ha terminado.