Esta semana me gustaría hacer una reflexión sobre el fenómeno de las mareas reivindicativas. Me interesan especialmente la naranja y la blanca, pues son la vertiente socio-sanitaria de las mareas, y este es el charco en el que nado en mi día a día.
Intervengo en el ámbito rural, en pueblos charros con poca población pero muy envejecida. Trabajo con personas que necesitan atención médica y atención social, dos sistemas tocados de muerte en este momento en el sector público español. El riesgo de naufragio es brutal.
Los profesionales estamos descontentos, a veces desmotivados. La personas que acuden a nosotros más aún. Es muy duro enfrentarte cada día a las necesidades de la gente y decirles que además de escucharles y ayudarles en trámites interminables, poco más podemos hacer por ellos. Porque los expedientes en Servicios Sociales se acumulan y no se resuelven de forma satisfactoria. Y en el ámbito sanitario todos sabemos cómo está el tema.
Este es el panorama y es bien conocido, por lo que en este escrito no hace falta que profundice mucho más. Ya conocemos el campo de batalla, lo que hoy me interesa es qué podemos hacer para intentar cambiar las cosas. Porque yo tengo una cosa clara, todos estos cambios y recortes tienen un marcado carácter ideológico, que no nos vendan motos. Y la respuesta social ha de ser la lucha por el derecho a un nivel de bienestar que no es propiedad de unos pocos, sino patrimonio de todos. Esto es muy básico, pero vivimos tiempos en que es necesario apelar a las enseñanzas del Señor Perogrullo.
Me gustaría destacar, porque es un ámbito en el que también estoy implicado desde hace años, que la semana pasada la Coordinadora estatal de vih-Sida (Cesida) se unía a la marea blanca (ver noticia) en contra de la privatización y los recortes en sanidad, destacando la especial situación de las personas migrantes, extremadamente vulnerables en el caso de ser seropositivas. A ver cuándo les entra en la cabeza a estos miserables que nos gobiernan de uno y otro bando que invertir en salud es una buena inversión siempre y que dedicar esfuerzos en prevención es eficiente. Repito: la prevención es eficiente, señoras y caballeros ¡que os entre en la cabeza!
La marea naranja es mi ámbito, los Servicios Sociales tenemos una misión importante y está claro que en este momento toca también salir del ámbito de nuestros despachos y dar la cara por las personas a las que atendemos, que cada vez más, puede ser cualquiera. Sin sentimentalismos, doña Soraya. Es la realidad.
Hay una frase que no sé si tiene dueño pero que me acompaña a menudo, dice así:
“Un mosquito no puede detener la máquina del tren, pero podrá picar mil veces al maquinista”
La unión de mareas me parece una buena idea. El tren no va a parar con la acción de un único insecto pero si nos coordinamos y sabemos dónde hay que picar, las posibilidades aumentan. ¡A por el maquinista!
Este sábado es 23F, una fecha que a todos nos recuerda la fragilidad de la democracia. Este sábado las mareas ciudadanas se unen y se movilizan todas juntas: me gusta la idea. Serán un crisol de colores que comienzan un camino de unión, porque cada vez somos más conscientes de que haciendo mucho ruido somos más fuertes.
Desde este pequeño rincón, apoyo esta concentración en un día significativo de nuestra historia reciente en el que tenemos que volver a luchar por nuestros derechos básicos, fundamentales en una democracia digna.
El que no te lee no sabe lo que se está perdiendo.
ResponderEliminarCon el desconocimiento existente de todo lo relacionado con el trabajo social, tú dejas aquí muy clara cuál es la labor de los profesionales de los servicios sociales públicos. Mucha gente piensa que vas al trabajador social y poco menos que sales con la vida solucionada. Pero no es así, hay trámites que cumplir. Si hay lista de espera en sanidad, aquí es lo mismo.
De acuerdo asimismo contigo en que los cambios son de carácter ideológico. En cualquier sitio que vivamos podemos poner ejemplos de cosas que se han hecho, cosas que los ciudadanos no necesitan, no han pedido y que son una pérdida de dinero.
Qué suerte tienen esos abueletes salmantinos de tener cerca un profesional tan grande. Porque el trabajador social no se queda solo en el despacho y tú eso lo cumples de sobra. No creas, no todos los trabajadores sociales hacen lo mismo.
Un abrazo :)
Carolina, cada día me sacas más los colores, jejeje, ojalá sea así como me ves, intento trabajar lo mejor que sé pero a veces me desmotivo mucho también y no doy todo lo que puedo dar. Lo que sí está muy claro es que el trabajador social no debe pasarse el día sentado en el despacho, visitar a la gente es una gran experiencia y al menos en mi zona, la gente lo suele agradecer mucho. La visita domiciliaria es una herramienta básica para los Servicios Sociales, y nos diferencia de otros sistemas.
EliminarMuchas gracias, de verdad, por todo lo que dices. Es muy importante que quienes desempeñamos este trabajo, lo demos a conocer, pues después de tanto tiempo, nuestra labor sigue siendo muy desconocida para la mayoría de la gente. Precisamente por eso desde los despachos donde toman las decisiones, se permiten el lujo de cargarse impunemente los Servicios Sociales, porque no algo tan visible como la Sanidad, la Educación o las pensiones. De nosotros depende, en buena medida, que luchemos por mantener un sistema que genera bienestar en la ciudadanía.
Gracias, me encanta tenerte por aquí!!!