martes, 4 de octubre de 2016

Los escorpiones y el control social


     En una fábula atribuida a ESOPO un escorpión le pide a una rana que le ayude a cruzar un caudaloso río subido a su espalda, pues los escorpiones, según este señor de la antigüedad, no saben nadar, ni cruzar ríos, ni nada que se haga dentro del agua. El escorpión promete al bicho verde no hacerle ningún daño y el bicho verde accede a hacerle el favor, pero a mitad de camino el bicho negro y malo clava su aguijón en la rana generosa.

     "¿Cómo has podido hacer algo así de estúpido? Moriremos los dos" dice la rana. "No he tenido elección, amiga, es mi naturaleza" responde el escorpión.

     He contado la historia añadiendo unas cuantas etiquetas (bicho malo, rana generosa) porque esta fábula tan conocida me viene muy bien para lo mío y quiero que se entienda por dónde voy. Hoy quiero hablar del control social. Ese que de forma tan disciplinada y diligente ejercen algunas y algunos profesionales del Trabajo Social. Pongamos un ejemplo.

     Entra un usuario en el despacho de la trabajadora social (en masculino también me vale, por supuesto) a contar sus miserias y a pedir ayuda. La trabajadora social busca en cada palabra, en cada gesto, en cada actitud, algún signo de incoherencia, una mentira, el engaño o la exageración que el usuario por su naturaleza de tal, va a intentar colar a la rana generosa que a pesar de todo está dispuesta a ayudar, porque ella es así de magnánima (además de estar obligada a ello) pero con unos cuantos límites muy estrictos porque se sabe el cuento y no quiere que le claven el aguijón una vez más. Y a esos límites los llamará, por supuesto, INTERVENCIÓN SOCIAL

     La Política Social mal entendida, o al menos entendida desde un punto de vista que no comparto, impone a las y los trabajadores sociales un modo de intervención desde el CONTROL SOCIAL, que implica imposición de límites estrictos y compromisos por parte del usuario que son auténticas obligaciones en muchos casos insuperables

     Y esto tiene dos consecuencias, principalmente: 
  • La intervención no sirve de nada, porque en cuanto la relación de ayuda se establece en este marco de actuación impositivo, el usuario estará dispuesto a aceptar su naturaleza y "firmará"  lo que haga falta con tal de recibir la ayuda. Lógico, yo también lo haría.
  • El trabajador social no logrará una verdadera relación de ayuda basada en el vínculo con el usuario, que ha de ser el protagonista de sus cambios, si es que los necesita o está dispuesto a llevarlos a cabo. Nuestra misión es acompañar y promover cambios, nunca imponerlos.
     Pero muchos profesionales se meten felices en su papel de gestores de migajas adjudicadas a quien más las merece porque al fin y al cabo estamos repartiendo el dinero de todos y esto es cosa seria. Son aquellos profesionales que se han creído su función de control social hasta convertirse en su propia identidad profesional

     Las etiquetas son útiles, nos sirven para simplificar, al menos en un primer momento, y avanzar en el conocimiento de las personas y sus diferentes realidades, pero debemos entender que si nos quedamos únicamente con la etiqueta nos vamos a equivocar, porque las personas estamos llenas de matices, somos diversas, y no tenemos ni la naturaleza del escorpión ni la de la rana. Tampoco un término medio, la auténtica aventura es descubrir la verdadera naturaleza de cada uno, que para complicar y hacer más apasionantes las cosas, evoluciona a lo largo del tiempo.

    Como trabajador social prefiero alejarme pronto de las etiquetas (que no me gustan ni en la ropa, me pican) y aunque soy consciente de que muchas veces es lo que se espera de mí, no me van a encontrar del lado de quienes ejercen el control social. Yo quiero estar junto a las personas, conocer la realidad que me quieran mostrar y a partir de ahí, hacer un camino juntos en el que yo no imponga mi punto de vista. No es fácil, pero al menos hay que intentarlo.

     ¿Y si un día todos los profesionales del Trabajo Social nos negásemos a ejercer el control social y apostásemos por las personas, qué creéis que ocurriría?

P.D. Por suerte el mundo del Trabajo Social está lleno de grandes profesionales, con esto no quiero generalizar, pero también hay quien entiende la intervención de un modo que no comparto, y ese y no otro es el motivo de escribir este artículo.

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