La última entrada del año en este blog ha llegado sola a través de varios acontecimientos de mi vida personal que quiero compartir. Además aprovecho para desearos unos días tranquilos y energía para afrontar los retos del próximo año.
La semana pasada tuve una noticia importante que cierra una etapa de mi vida: tras superar el último examen, soy licenciado en Derecho.
En su día esa fue la carrera que elegí tras hacer la selectividad, con la inocente idea de "quiero resultar útil a esta sociedad". Poco a poco me fui decepcionando y teniendo superada más de la mitad, la abandoné para estudiar Trabajo Social. Disgusto familiar de por medio.
Pasados los años y con trabajo estable decidí terminarla y hoy, diecisiete años después de haberla comenzado, doy carpetazo a este engorroso asunto. ¡Por fin!
Cada experiencia de la vida deja algún tipo de huella en nosotros, nos transforma, forja nuestro aprendizaje y nos impulsa hacia adelante. En estos años he aprendido varias cosas, pero supongo que sólo he sido consciente en estos días.
Un regalo que me envían ha terminado por completar el puzzle. En la caja pone frágil y pienso que es muy simbólico porque las personas muchas veces sentimos esa fragilidad que no siempre es real. Ocurre con los objetos igual que con las personas, en casa de mi madre se conservan íntegras piezas que nunca nos dejó tocar por miedo a que se rompiesen y sospecho que en realidad nunca se romperán.
Sí, yo pienso que nuestra fragilidad es tan sólo aparente, tenemos capacidad para superar muchas dificultades y para sobrevivir al dolor. Estamos programados para ello, hay que confiar en las personas, en todas las personas. Y si no nos sentimos capaces, vivimos en sociedad para poder suplir nuestras debilidades con el apoyo de los demás.
Todo esto me ha llevado a hacer un análisis típico de final de año, momento en que nos da por recordar y planificar. Os lo voy a trasladar muy resumido y aprovecho para proponeros que hagáis lo mismo, un ejercicio de reconocimiento personal, una forma de aproximarnos a un autoconcepto más ajustado a nuestra realidad y a nuestras potencialidades. Lo he llamado "SOY FRÁGIL" pero no os dejéis engañar, os invito a descubrir en qué aspectos no somos frágiles y por qué.
A veces me siento frágil ante un esfuerzo insignificante que se convierte en un reto insuperable, cuando tengo demasiadas cosas pendientes y me invade la pereza, cuando la angustia o la ansiedad se apoderan de mí. Pero he aprendido que tengo fortalezas para afrontar los retos del día a día, que no me gusta dejar nada a medias, que cuando comienzo algo un impulso más fuerte que mi voluntad me lleva a terminarlo, que las cosas que más cuestan son las que más valoramos, y que si yo puedo, cualquiera puede. Me comprometo a confiar más, a no tener prisa y dejar que el tiempo organice prioridades.
P.D. Un amigo me ha dicho que mi obsesión por ordenar los libros por tamaños seguramente sea un trastorno patológico, no le quito razón pero... ¿de qué otro modo puede hacerse?
En su día esa fue la carrera que elegí tras hacer la selectividad, con la inocente idea de "quiero resultar útil a esta sociedad". Poco a poco me fui decepcionando y teniendo superada más de la mitad, la abandoné para estudiar Trabajo Social. Disgusto familiar de por medio.
Pasados los años y con trabajo estable decidí terminarla y hoy, diecisiete años después de haberla comenzado, doy carpetazo a este engorroso asunto. ¡Por fin!
Cada experiencia de la vida deja algún tipo de huella en nosotros, nos transforma, forja nuestro aprendizaje y nos impulsa hacia adelante. En estos años he aprendido varias cosas, pero supongo que sólo he sido consciente en estos días.
Un regalo que me envían ha terminado por completar el puzzle. En la caja pone frágil y pienso que es muy simbólico porque las personas muchas veces sentimos esa fragilidad que no siempre es real. Ocurre con los objetos igual que con las personas, en casa de mi madre se conservan íntegras piezas que nunca nos dejó tocar por miedo a que se rompiesen y sospecho que en realidad nunca se romperán.
Sí, yo pienso que nuestra fragilidad es tan sólo aparente, tenemos capacidad para superar muchas dificultades y para sobrevivir al dolor. Estamos programados para ello, hay que confiar en las personas, en todas las personas. Y si no nos sentimos capaces, vivimos en sociedad para poder suplir nuestras debilidades con el apoyo de los demás.
Todo esto me ha llevado a hacer un análisis típico de final de año, momento en que nos da por recordar y planificar. Os lo voy a trasladar muy resumido y aprovecho para proponeros que hagáis lo mismo, un ejercicio de reconocimiento personal, una forma de aproximarnos a un autoconcepto más ajustado a nuestra realidad y a nuestras potencialidades. Lo he llamado "SOY FRÁGIL" pero no os dejéis engañar, os invito a descubrir en qué aspectos no somos frágiles y por qué.
A veces me siento frágil ante un esfuerzo insignificante que se convierte en un reto insuperable, cuando tengo demasiadas cosas pendientes y me invade la pereza, cuando la angustia o la ansiedad se apoderan de mí. Pero he aprendido que tengo fortalezas para afrontar los retos del día a día, que no me gusta dejar nada a medias, que cuando comienzo algo un impulso más fuerte que mi voluntad me lleva a terminarlo, que las cosas que más cuestan son las que más valoramos, y que si yo puedo, cualquiera puede. Me comprometo a confiar más, a no tener prisa y dejar que el tiempo organice prioridades.
Y este era mi regalo... poco más que añadir, el principito se explica por sí mismo: "Sólo con el corazón se puede ver bien, lo esencial es invisible a los ojos".
Os animo a dejaros llevar por el instinto, a veces es lo más saludable y lo más inteligente.
P.D. Un amigo me ha dicho que mi obsesión por ordenar los libros por tamaños seguramente sea un trastorno patológico, no le quito razón pero... ¿de qué otro modo puede hacerse?