Hoy tengo el placer de ceder este espacio a mi compañera y amiga Carmen Ruth Boillos, trabajadora social de Servicios Sociales Básicos en la provincia de Soria, que ya os presenté en otra entrada. Mujer inquieta y observadora del mundo y de las personas, característica fundamental en nuestra profesión, ha estudiado en profundidad el Síndrome de Diógenes. Le pedí que escribiera un pequeño artículo para este blog y este es el resultado. Con Carmen este espacio gana mucho. Os dejo con ella.
Los medios de comunicación recogen
periódicamente noticias de mayores que viven y en ocasiones fallecen rodeados
de basura, en condiciones de insalubridad y miseria, son personas que padecen
el llamado Síndrome de Diógenes, sin embargo uno no se hace a la idea de lo que
esto supone hasta que cruza el umbral de la puerta de estas personas y se
plantea una intervención con las mismas.
Diógenes de Sínope. Filósofo griego del Siglo IV a. C. |
La
primera pregunta a la que uno se enfrenta ante estas situaciones en las que
compartimos con los usuarios olores y suspicacias es ¿Por qué? ¿Qué lleva a una persona a vivir así? ¿Están bien? Lo cierto es que cuando uno va leyendo e
informándose en la poca bibliografía científica que hay, se da cuenta de que
todos los autores describen las características, muchos de ellos en función de estas
bautizan esta realidad de diferentes maneras (Síndrome Hippie en los Viejos,
Pobreza Imaginaria, Síndrome de Autonegligencia, Ruptura Social, Colapso
Senil…) pero pocos exploran las causas, de manera que cada uno puede generar su
propia teoría al respecto y en función de la información que tenga.
Bajo
mi punto de vista estamos ante personas que padecen una entidad diagnóstica más social que psiquiátrica, puesto que no
esta recogida en ninguno de los manuales psiquiátricos internacionales vigentes
(DSM IV o CIE-10…), y tiene su fundamento principal en la soledad y una serie
de factores estresantes de la edad tardía que se asocian a ciertos rasgos de
personalidad y situación social. Aunque si bien es cierto, el futuro manual DSM
V en el que están trabajando psiquiatras y psicólogos aparece contemplado el
Hoarding Disorder o Trastorno de Acaparamiento, dentro de los Trastornos
Obsesivos Compulsivos, no es específicamente un trastorno de acumulo de basura.
Otros autores alegan causas orgánicas, lo asocian a enfermedades mentales,
discapacidades intelectuales o incluso consumos de sustancias… Sin embargo para mí no es tan importante una
etiqueta psiquiátrica como la incapacidad de autocuidado que conlleva en
personas que sufren de soledad, porque ya lo decía la madre Teresa de Calcuta “Causa
más muertes la soledad que la enfermedad” y es la soledad la clave para
entender este proceso de autoexclusión, abandono y autonegligencia que sufren.
Las
situaciones que se generan reclaman inevitablemente la intervención de los
trabajadores sociales, tanto para conjugar el bienestar del individuo (en
situación de riesgo propio) como el de sus vecinos (por el riesgo que la
situación supone para la salud pública), siendo incluso estos últimos quienes
nos solicitan ayuda. Las personas que padecen este Síndrome, tienen como
característica propia negarse a recibir cualquier tipo de ayuda formal e
informal, sin embargo no podemos descartar intentar buscar la complicidad de la
familia en primer lugar, los vecinos e incluso de ir generando espacios de
confianza con ellos mismos que nos permitan procesos de rehabilitación social,
mejora sanitaria y cura de esa soledad. Pero el trabajador social se encuentra
con que la puerta de la casa de la persona se le cierra, la familia no existe o
es ajena a la problemática y no responde, los vecinos tienen relaciones muy
deterioradas ya con el sujeto… ¿Qué hacer entonces?
Basura acumulada por el Síndrome de Diógenes. |
Recientemente sigo
reflexionando acerca de la manera poder
prevenirlo mejor y detectarlo antes, siempre desde la postura de descartar
una enfermedad mental de base. Por un lado desde un punto de vista preventivo y
acompañados por valoraciones conjuntas con profesionales de la salud, podemos
valorar estas situaciones desde la perspectiva de la fragilidad y la vulnerabilidad de los mayores según la Valoración Geriátrica Integral (VGI),
porque si bien es cierto que se describen casos en personas jóvenes es
mayoritariamente una situación que se da en los mayores. Podría ser muy
positivo llegar a establecer escalas específicas que detecten en manera de
cribado el riesgo de un mayor a padecer Síndrome de Diógenes. Aunque también
como autonegligencia, sería positivo
aplicar cuestionario de detección específicos de maltrato, para lo que acepto
como bueno el Cuestionario Específico que propone el equipo EDMA[1]
que se ajusta su aplicación a los profesionales de los Servicios Sociales, en
el que solo diferencia la capacidad o no de tomar las decisiones por parte de
la persona en la intervención que se realizará a posteriori.
Carmen, autora de este artículo. |
Para mí como
trabajadora social los principales retos de nuestra intervención son por un
lado la comprensión y empatía con estos sujetos (que nos lleve a romper la
barrera de la soledad y rechazo de toda ayuda), la búsqueda de soluciones
creativas para mejorar las condiciones de vida en su entorno habitual y
procurar la protección ante las situaciones de riesgo.
[1] Consideramos EDMA al equipo de investigadores
españoles que ha propuesto las Escalas de detección del riesgo de malos tratos domésticos y
comportamientos autonegligentes en personas mayores (Carmen Touza, MªPaz Segura y Carmen Prado, de las
Universidades de las Islas baleares y Alcalá de Henares 2008).
Después de una entrada tan bonita como la que Eladio me regaló en reyes con "Quejido y Ternura", y de nuestras múltiples conversaciones acerca del Trabajo Social y la ética de las intervenciones o los casos más complicados... era imposible decirle que no a su propuesta de hablar sobre las intervenciones con las personas que padecen Síndrome de Diógenes. Hablo de mi experiencia con profunda humildad, pero sobretodo con un profundo agradecimiento a Eladio como profesional del trabajo social (no sólo como amigo... que lo es) ya que me da la opción de creer que desde la preparación y la reflexión, desde la investigación y la ética... mejoraremos nuestra práctica... y que todo ello lo hemos de poner al servicio de los compañeros y la profesión. Gracias Eladio!!!
ResponderEliminarCarmen Ruth Boillos
Estoy totalmente de acuerdo contigo, es una obligación ética compartir nuestra experiencia, es una forma de aprendizaje mutuo. No seremos quienes mejor lo hacemos y precisamente por eso, reflexionar entre quienes nos dedicamos a esta profesión, y compartirlo con el resto para generar debate, es fundamental para aprender y mejorar. No debemos olvidar que trabajamos con personas y que nuestra forma de intervenir influye en sus vidas, tenemos una gran responsabilidad. Contando con personas como tú, Carmen, es mucho más fácil. Gracias!!
EliminarHola, Eladio y Carmen: Una entraba muy interesante. Yo no tengo experiencia con este tipo de casos pero siempre me ha llamado la atención el que algunas personas renuncien, o ya no les compensen, la relación con los demás, al tiempo que se afanan en acumular objetos y animales, como si la sociedad les hubiera decepcionado. Sea cual sea el motivo, como tú bien dices, la prevención y la detección precoz resultarían muy útiles.
ResponderEliminarPor cierto, me he descargado tu investigación como lectura para el fin de semana. Enhorabuena para Carmen y un abrazo para Eladio.
El reto está en si somos capaces de devolver a estar personas parte de la confianza perdida, darle la vuelta a su decepción con la sociedad, y hacerlo sin caer en una excesiva protección ni en paternalismos vacíos que poco ayudan. Gracias Elena por tu interés y espero que disfrutes de la lectura. Un abrazo!!!!
EliminarAsí desde fuera, tendemos a ver a estas personas como si estuvieran locas y da apuro acercarse a ellas. Por experiencia tanto propia como ajena en el sentimiento de soledad, he visto que es extremadamente dura y que no todo el mundo consigue llevarla de manera equilibrada. Además, en esta coyuntura en la que nos encontramos, estoy convencida de que hay muchas personas que pueden sertir que la sociedad les ha decepcionado, como comenta Elena.
ResponderEliminarHay problemas que si no se tratan teniendo en cuenta todas las causas sociales, no tienen solución.
Es muy importante difundir la investigación social, que no deja de ser científica. Estamos demasiado acostumbrados a que los investigadores son biólogos, físicos, médicos, y a mucha gente no le cabe en la cabeza otra cosa. Hay que valorar la investigación social y darle el valor que se merece.
Hay muchos matices en el tema de la soledad, hay que saber si es elegida o es consecuencia de una serie de factores que se nos escapan. De hecho muchas veces intervenimos desde nuestro esquema mental y sólo buscamos paliar las consecuencias, sin estudiar realmente cuáles son las causas. Actuando así sólo pondremos parches, por eso es tan importante como dices, Carolina, poner en valor la investigación social que podemos hacer desde nuestra disciplina profesional. Gracias!!!
EliminarMuchas gracias a vosotras por vuestros comentarios y apoyos. Para mí ha sido toda una experiencia investigar sobre un tema, leer todo lo que me encontraba y tratar de conocer como estábamos interviniendo mis compañeras y yo, no sólo para buscar mejorar, sino para hacer una propuesta. Ya me contarás tras el fin de semana que te ha parecido la lectura Elena. A tí Carolina, gracias por poner en valor estas "otras" investigaciones. Un saludo
ResponderEliminarCarmen Ruth Boillos