jueves, 20 de noviembre de 2014

Necesidades humanas II: vergüenza y humillación frente a dignidad y derechos


      La semana pasada iniciaba un camino de reflexión sobre necesidades humanas con esta entrada. Hoy quiero avanzar un poco más y centrar la atención en la importancia de aprender a valorar necesidades cuando tenemos que intervenir con una persona/familia desde el Trabajo Social. Y me parece más importante en estos tiempos de crisis y carencias, situación que nos hace trabajar a un ritmo que no nos permite reflexionar demasiado. La situación de urgencia nos lleva a buscar recursos para cubrir las necesidades básicas (clásico binomio necesidad-recurso), dejando a un lado la atención al sufrimiento de las personas, olvidando, en definitiva,  la calidad en la atención, lo que marca la diferencia con simples gestores/tramitadores de recursos.

      En futuras entradas quiero hablar de la RELACIÓN DE AYUDA, que es básica en nuestra profesión, aunque la realicemos desde distintos parámetros o modelos teóricos de intervención social. Y para que esa relación de ayuda sea adecuada y eficaz, necesitamos hacer un diagnóstico social lo más preciso posible.
  

      Como mi intención con este blog no es tanto exponer teoría como hablar de la práctica, pondré algunos ejemplos y expondré algunas ideas a las que llevo dando vueltas desde hace tiempo. Y comenzaré con el siguiente texto que me sirve de excusa.


Parábola del fariseo y el publicano

   Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo y el otro publicano. El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: "Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, diezmo de todo lo que gano". Pero el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: "Dios, sé propicio a mí, pecador". Os digo que este descendió a su casa justificado antes que el otro, porque cualquiera que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido.

                                                                                                      Lucas 18, 9-14

      Cada vez con más frecuencia vemos en Servicios Sociales personas que sienten vergüenza. A veces nos lo dicen, otras se les nota, la mayor parte intentan ocultarla, como si también les diera vergüenza sentir vergüenza. Como profesionales de la intervención social tenemos dos vías para mitigar este sentimiento: la atención individual con las herramientas propias de la relación de ayuda, por un lado, y al mismo tiempo, la reivindicación de los Servicios Sociales como un derecho universal. Nadie debería sentir vergüenza, pero si ocurre, como es frecuente, debemos aprender a manejar ese sentimiento para generar confianza.

      Y aún me preocupa más otra situación que también me estoy encontrando: la humillación. Cada cierto tiempo algún usuario muestra una actitud de súplica, de ruego, algo parecido a la sumisión... en definitiva, humillación frente al profesional, como si creyeran que esa actitud es la que se espera de ellos, o como si pudiera beneficiarles de algún modo. Me hace sentir muy incómodo, en ese momento tengo la sensación de que hay algo que no estoy haciendo bien. Es la ocasión para desplegar nuestras habilidades educativas, una función que también tenemos quienes nos dedicamos al Trabajo Social, para que comprendan que lo que están haciendo es reclamar sus derechos, que no están pidiendo limosna.

      Por este segundo caso es por lo que he expuesto la parábola bíblica del fariseo y el publicano, que promueve la sumisión y la humillación para lograr la recompensa final. Parece que esa idea sigue existiendo en nuestros días y es momento de promover cambios, de explicar a la gente que frente a la vergüenza y la humillación, el acceso a los Servicios Sociales debe entenderse como un derecho a ejercer con la máxima dignidad.

      Para terminar con el tema de necesidades humanas, de momento, os dejo unas notas que intento tener en cuenta en mi trabajo diario.

BREVES CONCLUSIONES:

1. Las personas necesitan más que cubrir sus necesidades fisiológicas. Esas otras necesidades, emocionales y sociales, deben ser cubiertas al mismo tiempo que las primeras, algo que no podemos perder de vista en nuestra intervención, de ahí mi crítica a la pirámide de Maslow en la anterior entrada. Las personas necesitan ser reconocidas en todas sus dimensiones.

2. Cada individuo tiene una vivencia personal de sus necesidades, eso nos lleva a que la valoración y la atención han de ser absolutamente adaptadas a cada persona/familia. Podemos utilizar instrumentos de evaluación y diagnóstico pero estos deben ayudarnos a flexibilizar la intervención.

3. El contexto social es determinante en el modo en que se vivencian las situaciones de dificultad. No podemos olvidarnos de la situación de crisis económica, a lo que se añade una preocupante pérdida de confianza en las instituciones y en el propio Estado. Nos encontramos cada vez más personas que lo tuvieron todo y que todo lo han perdido.

4. El factor tiempo también cuenta. Sostener un vaso de agua en una mano con el brazo extendido es sencillo durante unos segundos, pero si probamos a tenerlo durante más tiempo, minutos, horas, acabará pesando mucho y resultará una tarea imposible. Cuanto más tarden las personas en acceder a los Servicios Sociales mayor  será su  sufrimiento y angustia, debemos estar preparados para hacer una acogida adecuada.

5. Las personas necesitan confiar y sentir que están en entornos seguros. Ahí es donde tenemos que demostrar nuestras habilidades de relación de ayuda y cuidar no sólo hacer las cosas bien sino transmitirle esa seguridad al usuario, que sepa que todo lo que hacemos es confidencial, que nuestro papel no es controlar sino acompañarle en su proceso, etc.

6. No debemos perder nunca de vista la DIMENSIÓN SOCIAL, porque es nuestra principal competencia técnica, la que más podemos reivindicar como trabajadores sociales. En tiempos de recursos escasos y de recortes presupuestarios, podemos y debemos trabajar en esa dimensión social ¿cómo? potenciando los recursos del propio entorno de la persona, su familia, sus amistades, personas significativas, estableciendo contactos en la comunidad a la que pertenece y haciendo una labor de mediación con sus propias redes.

P.D. Cuando estaba terminando esta entrada, una compañera del País Vasco, Izaskun Ormaetxea, contactó conmigo para hacerme llegar herramientas muy útiles en valoración de necesidades. Como tengo intención de retomar el tema del DIAGNÓSTICO SOCIAL en el futuro, os hablaré de estas herramientas, con su permiso. 
      ¡Muchas gracias!

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Necesidades humanas I: hambre, corrupción y otras minucias

"Es cierto que el hombre vive solamente para el pan, cuando no hay pan. Pero ¿qué ocurre con los deseos del hombre cuando hay un montón de pan y cuando tiene la tripa llena crónicamente".
Adam Maslow.


      Desde hace tiempo tengo ganas de hablar de necesidades, de las reales, de las que cualquier profesional de Servicios sociales vemos a diario, es más, las que cualquier ciudadano de este bendito país ve todos los días. 

      En los estudios de ciencias sociales siempre nos hablan de la clasificación de necesidades de Maslow. Un clásico. Lo más interesante de su teoría son los cinco niveles de la clasificación (necesidades fisiológicas, seguridad, etc.) y la afirmación de que para satisfacer las necesidades de un escalón superior es imprescindible tener cubiertas las de niveles inferiores, con algunas excepciones. Para entendernos, que si alguien tiene hambre, no se va a preocupar de la seguridad, la aceptación o la autorrealización.

      Ya va siendo hora de hacer una revisión seria de esta teoría. No seré yo quien la haga, pues no tengo la competencia para ello, pero sí me parece importante apuntar algunas claves para hacerlo, basándome en mi experiencia práctica en los Servicios Sociales Básicos en tiempos de crisis. Actualizaciones de esta teoría ha habido muchas, pero me gustaría conocer alguna desde el Trabajo Social y adaptada a nuestros días. Como dice la compañera Belén, necesitamos crear conocimiento desde nuestra disciplina.

      El contexto social en el que las personas viven en su presente y en el que han vivido en su pasado, más o menos inmediato, es un factor fundamental a tener en cuenta para valorar cómo sienten sus necesidades propias y cuáles son sus prioridades.

      A los Servicios Sociales está llegando gente, en los últimos años, que nunca imaginaron que necesitarían ayuda. De hecho, por más que nos cansemos de repetir que los Servicios Sociales tienen carácter universal y prestan apoyo a cualquier tipo de persona, no nos lo hemos debido creer del todo dentro del propio sistema, porque son habituales las conversaciones entre compañeros y compañeras, profesionales de lo nuestro, en que seguimos mostrando sorpresa por ver tanta gente normalizada acudiendo a nuestro servicio.

      De vez en cuando sería muy recomendable que hiciéramos el ejercicio de imaginar que lo perdemos todo. El caso paradigmático es un desahucio, sobre esto he escrito en varias ocasiones en el blog. Imagina que pierdes tu casa, con toda tu vida y todos tus recuerdos dentro, es mucho más que lo material, mucho más que un techo bajo el que cobijarse, mucho más de lo humanamente soportable.

      Considero que es importante que nos hagamos un serio replanteamiento de las necesidades  humanas, para creernos de una vez por todas que los Servicios Sociales han de ser un sistema de acceso universal. Cuando llegan a nosotros personas que  han tenido un buen nivel de vida, que han tenido siempre la seguridad de una vivienda, un trabajo, estabilidad económica, y se encuentran que lo están perdiendo todo, no podemos pensar únicamente que han de cubrir sus necesidades básicas. Sí, necesitan comer, pero no dejan de sufrir por todo lo demás que también han perdido (seguridad, autoestima, relaciones sociales). Y desde luego no necesitan nuestro juicio ni nuestra compasión, actitudes demasiado habituales en profesionales sobrecargados y quemados.

      Estas personas están llegando a los Servicios Sociales en un contexto de escándalos diarios de corrupción. Y vienen porque no llegan a fin de mes, porque no tienen dinero para comer, para pagar la luz, para el material escolar de sus hijos, para pagar las deudas que acabarán creciendo tanto que se verán en la calle. Y se preguntan por qué determinadas élites políticas y empresariales, a pesar de tener todas sus necesidades cubiertas, necesitan robar para tener más. Yo también me lo pregunto.


      En la próxima entrada continuaré con las necesidades humanas que nos encontramos en Servicios Sociales. Y alguna cosa más. ¡Hasta la próxima!

martes, 28 de octubre de 2014

Adopción LGTB

      El año 2005 fue un año muy importante para las personas con una orientación afectiva no heterosexual en España: la igualdad de la que siempre debimos disfrutar era reconocida, por fin, en las leyes. Tuvieron que pasar siete años para que el Tribunal Constitucional resolviese el recurso de la vergüenza, interpuesto por el Partido Popular, y ratificase que el matrimonio igualitario no tiene nada de inconstitucional.

      La igualdad normativa, como suele ocurrir, no se transforma inmediatamente en igualdad real. En otras ocasiones he hablado de estos temas así que hoy me centraré en un aspecto concreto de esta desigualdad: el derecho de los menores a disfrutar de una familia adoptiva adecuada en la que recibir cariño, educación y la cobertura de todas sus necesidades, independientemente del tipo de familia. En el caso de parejas del mismo sexo la adopción es casi imposible y esto, como digo, influye en los derechos de la infancia. El motivo es muy simple, fácil de entender por cualquiera, incluso por un presidente de gobierno mediocre: cuantas más familias haya para elegir, más posibilidades existen de seleccionar la mejor para el menor.
      Se suele recurrir al argumento fácil de que la adopción por parte de parejas homosexuales es un capricho de los adoptantes y que lo importante es pensar en el superior interés del menor. ¿Qué diferencia hay con las parejas heterosexuales? ¿lo de ellas y ellos no es un capricho? En cualquier tipo de familia lo fundamental es el menor susceptible de adopción, eso nadie lo discute, así que cuantas más familias dispuestas a adoptar existan, más protegido estará el derecho de estos menores. Me cuesta entender que esto sea tan difícil de entender ¿me entiendes o no? ¡qué lata siempre con lo mismo!

      La principal dificultad para garantizar este derecho, insisto, de los menores, es que en España no es fácil adoptar y por eso se recurre a la adopción internacional y la normativa de otros países no es tan avanzada como la nuestra, primer país del mundo en reconocernos el derecho a la adopción. Además, las leyes necesitan un desarrollo posterior, siendo necesario que nuestros gobernantes establezcan los mecanismos para garantizar que esos derechos no se quedan en papel mojado por la existencia de otro tipo de obstáculos.

      Pero claro, a veces son estos gobernantes quienes trabajan en poner mayores trabas. No es una noticia nueva, pero no había tenido oportunidad de comentarla en el blog así que aprovecho esta ocasión para hacerlo: en el mes de julio España firmó con Rusia un convenio sobre adopción que excluye a las parejas homosexuales. La noticia tuvo cierta repercusión, pero como todo, ha caído en el olvido. Me gustaría decir que este no es un convenio excepcional y que en este tema los dos grandes partidos de nuestro país están en la misma línea, pues el partido socialista ha votado a favor de este convenio el 11 de septiembre, día de su aprobación definitiva en el Congreso. El PSOE ya no puede llevar la bandera de ser el partido que nos igualó en derechos, ha perdido esa legitimidad y es cómplice del Partido Popular al legislar en contra de la igualdad de derechos. Que no haya miedo a decir esto, ya no le debemos nada a nadie.

Cho-li no debería faltar en ningún hogar
      Espero volver a este tema en el futuro y ojalá con mejores noticias que analizar. De momento aprovecho la ocasión para recordar que la educación no sexista y no heteronormativa es fundamental para evitar cualquier tipo de rechazo. Y por eso os recomiendo un libro muy especial, "Cho-li y el tesoro más valioso del mundo" del compañero Óscar Cebolla, que debería estar en manos de cualquier madre o padre que quiera para sus hij@s un mundo igualitario y justo ¡es una pequeña joya!

jueves, 16 de octubre de 2014

Los Servicios Sociales hoy: ¡un auténtico polvorín!


Peñaranda de Bte en 1939 tras la explosión del polvorín.
      
      El 9 de julio de 1939 un terrible suceso conmociona a toda España. A las once y veinte de la mañana, cuando muchos de sus habitantes se preparan para ir a misa de doce, Peñaranda de Bracamonte salta por los aires. Un polvorín, donde se almacenaba gran cantidad de explosivos, estalla cerca de la estación de ferrocarril al paso de un tren cargado de amonal, un explosivo altamente inestable. No hay cifras oficiales de muertos, pero el Ayuntamiento calculó más de un centenar, con más de mil quinientos heridos. Gran parte de Peñaranda queda destruida, incluyendo el hospital local, por lo que es necesario evacuar a los heridos.

      Se inicia entonces un largo proceso de ayuda a los afectados y de reconstrucción del municipio. La Plaza Nueva, donde actualmente se encuentra el Centro de Servicios Sociales en el que desarrollo mi trabajo diario, es símbolo de la reconstrucción de Peñaranda por prisioneros de guerra del franquismo. Pasan los años pero conviene no olvidar la historia.

      Un gobierno que toma decisiones sin escuchar, en línea con la tradición de tiempos pasados, se ha marcado como objetivo que los Servicios Sociales salten por los aires en su primera legislatura. ¿El polvorín? La ley que reforma la Administración Local aprobada el 27 de diciembre de 2013 y que implica un duro golpe a los Servicios Sociales Municipales, pero la estrategia es más compleja de lo que parece y varios factores colaboran para encender la mecha. Entre ellos destaca la perversa e intencionada vuelta a la beneficencia, a la solidaridad ciudadana, a la ayuda mutua o la caridad televisada, da igual el nombre, pues no es otra cosa que pérdida de derechos de ciudadanía. Suficiente amonal para que el Sistema Público de Servicios Sociales, que a duras penas se sostiene ya, reviente de forma definitiva. 

      De la reforma de la Administración local vamos teniendo noticias que en este momento no sé cómo interpretar, aunque parece que al gobierno le están poniendo muchas trabas en su aplicación. Las comunidades autónomas están sacando normativas propias en desarrollo de esta ley, en muchos casos yendo contra el espíritu de la misma en un intento de que la reforma no sea tan severa. Lo más llamativo es que hablamos de comunidades del mismo signo político que el gobierno. A todo esto se unen los recursos de inconstitucionalidad frente a la ley de 3000 ayuntamientos, ocho comunidades autónomas y 130 diputados. La aplicación de la ley que dinamita la autonomía municipal se pone cuesta arriba, para mí esto sí son brotes verdes.

      Respecto a la beneficencia y el auge del tercer sector os recomiendo la lectura de un artículo de Nacho Santás ¿Son cómplices las ONG del deterioro del Estado de Bienestar? tema sobre el que ya he hablado en este blog y que me preocupa especialmente (aquí). Y un dato escalofriante, el aportado por Sebastían Mora, secretario general de Cáritas, en el programa "El Objetivo" de La Sexta: "el 60% de las personas que atiende Cáritas vienen derivadas de Servicios Municipales". Teniendo en cuenta que la demanda en los Servicios Sociales ha aumentado en un 74% desde el inicio de la crisis, según datos aportados en el mismo programa por Ana Lima, presidenta del Consejo General de Trabajo Social, y que los recortes en política social han sido brutales, sólo hay que unir unos datos con otros para darnos cuenta del terrible panorama.

      Sí, desde los Servicios Sociales públicos estamos derivando muchos casos a las entidades de carácter social, pues poco más podemos hacer. Quién nos ha visto y quién nos ve, para eso hemos quedado.

Plaza Nueva, Peñaranda de Bte. Construida por prisioneros del franquismo.
      ¿Seremos capaces de reconstruir todo lo que estamos perdiendo? En 1939 se utilizó a las víctimas (prisioneros de guerra) para reconstruir Peñaranda ¿os recuerda esto a algo? 75 años después la estrategia sigue siendo la misma, el terreno se ha ido abonando de forma meticulosa y quienes sufren los efectos de una crisis intencionada son los responsables de buscar soluciones. Desde todas las instancias nos bombardean con mensajes que llevan a ese camino, mientras la desigualdad social aumenta de forma alarmante y el presidente de un gobierno que cada vez tiene menos de legítimo nos dice que debemos resolver nuestros propios problemas.

      Y en eso está la ciudadanía, repartiendo alimentos, pidiendo ropa usada, buscando vivienda para quien se queda en la calle y lamiéndonos las heridas provocadas por un polvorín del que no tenemos culpa. ¿Hasta cuándo lo vamos a seguir tolerando?