Esta semana recibí mi ejemplar del libro que veis en la foto y que por arte de magia me ha convertido en un superhéroe: "El arte del trabajo social", de Óscar Cebolla. Con su permiso (no solicitado) me apropio del título para esta entrada del blog, por el que me asomo muy poco en los últimos tiempos, pero la ocasión lo merece.
"El arte del trabajo social" no es un libro al uso, ni sobre trabajo social, ni sobre arte, ni sobre ilustración, ni... sobre nada que podamos apellidar "al uso", creo que la mejor definición que puedo hacer de él es que tengo entre mis manos un auténtico TESORO, una JOYA, un golpe de realidad y de fantasía sobre el trabajo social, un libro IMPRESCINDIBLE, un libro que va a ocupar un lugar privilegiado en mi estantería. Un libro con mucho brilli brilli.
Así que tratándose de algo tan especial, esta entrada tampoco va a ser una reseña al uso de un libro. De hecho, creo que tanto su autor como sobre todo su editor, el carismático Alejandro Robledillo, el mundialmente conocido trabajador social de los tucanes, quieren mantener la sorpresa con esta maravilla editorial, así que no seré yo quien desvele en primicia su contenido.
En esta entrada me voy a marcar un Paco Umbral a la inversa, porque hoy he venido a hablar de su autor, Óscar, cuyo apellido tiene la mejor rima del mundo. Espero que no se moleste porque Óscar es un tipo discreto, pero siento tanta admiración por él que tengo que dedicarle unas palabras a través de esta bitácora, porque él se merece todos los homenajes que yo le pueda hacer.
Antes de seguir avanzando puedo prometer que él no me ha pedido nada, utilizo este espacio para hablar de él porque me sale de las entrañas. En muchas ocasiones he recibido solicitudes para reseñar libros o hablar de servicios o recursos a través del blog a cambio de alguna contraprestación, pero nunca lo he hecho porque prefiero ser yo quien decida de qué hablo y de qué no, porque este es mi espacio y hago lo que me sale del moño, hago exclusivamente aquello en lo que firmemente creo.
Y yo en Óscar creo mucho. Y con Óscar comparto muchas cosas. Él no es trabajador social, pero resulta que es licenciado en Derecho, igual que yo, porque cuando yo llegué a la universidad no tenía ni idea de lo que era el trabajo social y decidí estudiar "para abogado" que era lo que le hacía ilusión a mi padre. Ay, los padres, esos seres maravillosos de los que nos queremos distanciar para reforzar nuestra identidad propia y a quieres tanto nos acabamos pareciendo ¡por fortuna!
Con Óscar comparto una vivencia personal que ha marcado mi vida desde que soy un niño, pero para eso tendréis que leer el libro y conocer mejor a su autor, un hombre valiente que se desnuda en su obra de una forma tierna, entrañable, preciosa.
Óscar es arte, es sentimiento, es pasión, es alegría y buen humor a pesar de los pesares, es un hombre comprometido y adora nuestra profesión, sin ser él nada de eso. Él adora nuestra profesión por múltiples motivos y nos ha hecho un homenaje imprescindible para toda aquella que se sienta trabajadora social por vocación, aunque no sepa explicar exactamente en qué consiste el trabajo social. Porque seamos sinceras, caris, ninguna sabemos.
Os voy a confesar una cosa. Tras más de dos meses de confinamiento en solitario, sin poder ver a mi familia ni a las personas que quiero, yo que soy partidario del contacto físico y cuanto más mejor, recibir este libro está en el top de mis alegrías de los últimos meses. Qué cosas, Óscar, qué cosas, ya tu sabes.
No voy a desvelar más porque lo único que pretendo es generar interés y tú que me lees, te adentres en sus páginas para descubrir cosas del trabajo social que seguro ignoras, como me ha pasado a mí, trabajador social de pueblo con muchas carencias. También creo que he repartido flores suficientes a su autor hasta el punto justo en el que nadie pueda pensar que tenemos un affaire. Ni confirmo ni desmiento.
Una última cuestión: qué necesario es convertir el trabajo social en imágenes que calen en la ciudadanía más allá de la pura beneficencia o de la pura filantropía. GRACIAS, cielo, digo... Óscar!!
Nota aclaratoria (a pie de blog): todas las opiniones vertidas en este artículo son personales, si no las compartes nos veremos en los tribunales.
Os voy a confesar una cosa. Tras más de dos meses de confinamiento en solitario, sin poder ver a mi familia ni a las personas que quiero, yo que soy partidario del contacto físico y cuanto más mejor, recibir este libro está en el top de mis alegrías de los últimos meses. Qué cosas, Óscar, qué cosas, ya tu sabes.
No voy a desvelar más porque lo único que pretendo es generar interés y tú que me lees, te adentres en sus páginas para descubrir cosas del trabajo social que seguro ignoras, como me ha pasado a mí, trabajador social de pueblo con muchas carencias. También creo que he repartido flores suficientes a su autor hasta el punto justo en el que nadie pueda pensar que tenemos un affaire. Ni confirmo ni desmiento.
Una última cuestión: qué necesario es convertir el trabajo social en imágenes que calen en la ciudadanía más allá de la pura beneficencia o de la pura filantropía. GRACIAS, cielo, digo... Óscar!!
Nota aclaratoria (a pie de blog): todas las opiniones vertidas en este artículo son personales, si no las compartes nos veremos en los tribunales.