Yo tenía 20 años y entraba en una cárcel por primera vez. Aunque no tenía que cumplir ninguna condena, me impresionaron mucho los formalismos, la seguridad, el ruido de las puertas al cerrarse, la seriedad de los funcionarios, los muros y las rejas. Entraba para hacer voluntariado en el módulo seis de la prisión de Topas, en Salamanca, siendo estudiante de Derecho y sin que por mi mente hubiera pasado aún la idea de ser trabajador social.
Conocí a Pablo (por poner un nombre ficticio) el primer día, y ese primer día me dijo que tenía el bicho. Yo no sabía a qué se refería, supongo que puse cara de idiota y me lo explicó. Al hablar del bicho se refería al vih, Pablo era seropositivo y me lo contó delante de un grupo de presos, como si no tuviera nada que ocultar. Por aquel entonces yo tenía muy poca información, nunca había conocido, que supiera, a nadie con vih, y me parecía increíble que lo contase así, delante de más personas.
Me faltaba mucha información pero nunca tuve miedo, sabía que el contacto que yo tendría con él no ponía en riesgo mi salud. Sin embargo nunca conté en mi casa nada relacionado con este tema, bastante difícil era que entendiesen que quisiera hacer voluntariado en prisión, como para ir más allá.
Luego he conocido a muchas personas con el bicho, aunque pocas veces volví a oír que lo llamasen así, salvo en determinados ambientes. He conocido personas seropositivas por trabajo, haciendo voluntariado y en mi entorno personal inmediato, pero nadie como Pablo. Supongo que él me impresionó, ocurre con todo lo que se vive por primera vez.
Han pasado muchos años y sigue sin ser habitual que alguien cuente delante de otras personas que es seropositivo, pocas veces he vuelto a presenciar algo así, salvo las pocas personas visibles que conozco y a quienes admiro profundamente porque son valientes. Es una mierda que haya que ser valiente para ser visible, pero esta mierda es la realidad.
Cada año desde que tengo el blog, el día mundial de la lucha contra el SIDA escribo sobre este tema, pues en gran medida el vih ha hecho que yo hoy tenga los valores que tengo. Al poco tiempo de aquella experiencia en prisión entré a formar parte del Comité Antisida de Zamora, y me marcó tanto que sigo haciendo lo que puedo para ayudar a esta entidad a seguir haciendo el gran trabajo que hace.
En el movimiento antisida nos seguimos enfrentando a retos importantes: el diagnóstico precoz es fundamental para frenar el avance de la pandemia (se calcula que una de cada tres personas que viven con vih lo desconoce), la prevención sigue siendo imprescindible pues se ha dejado de hablar tanto de SIDA y están aumentando mucho las infecciones, y la investigación científica es un reto en sí mismo pues un tratamiento definitivo y una vacuna parecen estar aún lejos. A este panorama se añade que la inversión pública casi ha desaparecido y las personas seropositivas siguen sin ser visibles porque hablar de su estado serológico implica miedo y rechazo. Entonces ¿cuánto hemos avanzado?
Quiero acabar con una noticia que me entristece. El mes pasado supimos que el actor Charlie Sheen es seropositivo, pero al contrario de alegrarme porque una persona de relevancia internacional se hiciera visible, con lo mucho que eso puede ayudar, sentí una profunda tristeza por saber que el vih sigue siendo un arma para chantajear a una persona. Triste, muy triste.
Y como no quiero acabar dejando mal cuerpo a nadie, terminaré con una foto que sí me parece valiente, la del Ayuntamiento de Zamora, que ha decidido poner un lazo más grande y más rojo que nunca, para dar la cara por esta lucha. Sólo se me ocurre decir... ¡GRACIAS!
Lazo rojo en la fachada del Ayuntamiento de Zamora |
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