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martes, 24 de noviembre de 2015

¡¡¡Un pasaporte sirio, por DIOS o por ALÁ, peligro, peligro!!!


    Un presunto pasaporte sirio aparecido tras los atentados de París en la sala Bataclán, hizo saltar todas las alarmas xenofóbicas europeas. Desde entonces llevo días huyendo de conversaciones islamofóbicas, incapaz de hacer frente a tanto tósigo. Reconozco mi debilidad, sólo a ratos me he sentido capaz de ir a contracorriente y mostrar firme mi postura. Imagino que por ese motivo necesito escribir esta entrada, para curar mis heridas internas.

    Un pasaporte, que debiera servir para superar fronteras, acaba siendo símbolo y excusa para el cierre de las mismas. Y no hablo sólo de fronteras físicas, también hablo de las mentales.

    Ayer asistí al acto "SUS ARMAS, NUESTRA SOLIDARIDAD" de la Plataforma Salmantina de Apoyo al Refugiado, una plataforma que pretende sensibilizar a la ciudadanía y a las instituciones, prevenir actitudes y acciones de rechazo, así como mostrar todo el apoyo necesario para la acogida de las personas refugiadas en nuestra provincia.

    En este acto intervino Nusa, una ciudadana siria que vive en la distancia el dolor por su país en guerra. En el ambiente se notaba cómo sus palabras iban llegando a cada una de las personas que estábamos presentes, escuchándola, contándonos cómo antes de estar en guerra ella y su familia musulmana celebraban las fiestas con sus vecinos cristianos en Damasco y cómo estos vecinos celebraban parte del ramadán con ellos. Convivían en paz, no en vano los árabes se saludan con la expresión "as-salam aleikom" que signfica literalmente "que la paz esté contigo", nos contaba ayer Nusa. Ahora se muestra preocupada cuando su sobrino de diez años, que vive el conflicto en primera línea, le dice "tía, si no tuviéramos armas ¿cómo ibamos a luchar?".

    En este mismo acto Adrián, del grupo antimilitarista Tortuga, nos contaba cómo en occidente planificamos guerras que suceden fuera de nuestras fronteras, echándonos las manos a la cabeza cuando el terror llega al primer mundo. Desde aquí facilitamos el armamento, "nuestro es el negocio, suyos son los muertos" nos decía también, ante el silencio de una sala que intenta asimilar la parte de responsabilidad que nosotros, como supuesto primer mundo, tenemos en todo esto.

    La semana pasada, profesionales del trabajo social de capital y provincia nos reunimos para conocer la intervención que se realizará cuando lleguen los refugiados a nuestra zona, si es que llegan. Representantes de la Comisión técnica del Pacto Institucional local y provincial para acoger a Personas Refugiadas de Salamanca nos explicaron con algo más de detalle los recursos de que disponemos y las fases del procedimiento. Según nos cuentan está todo preparado, sólo falta que lleguen ellos.

    Tras los atentados de París el tema del apoyo a refugiados parece que cambia. Europa, obligada por convenios internacionales a ofrecer asilo a quienes huyen de conflictos armados, muestra su cara más miserable e insolidaria y decide hacer la guerra. Una guerra en la que lleva tiempo implicada, no nos engañemos.

    En tiempos difíciles es cuando menos me avergüenzo de ser pacifista. No quiero bombas, no quiero armas, no las necesito. Este mundo loco no las necesita. El presidente Hollande manifestando que Francia está en guerra me produce el mismo terror que los atentados yihadistas de París.

    Como trabajador social estoy capacitado para mediar en los conflictos, no para luchar en guerras. Y como trabajador social lo único que quiero es que me permitan hacer mi labor en las mejores condiciones. Quienes tienen el poder nos lo están poniendo difícil, pero contábamos con ello.

    Quiero terminar con una frase de Nusa que vive conmigo desde ayer: "se puede matar gente, pero no la memoria". Y por la memoria de tanta gente que ha sufrido y sufre conflictos armados, quienes apostamos por la paz y  la resolución negociada de los conflictos, no deberíamos quedarnos callados. ¿Qué puedes hacer tú?

Estas son las armas de la Plataforma Salmantina de Apoyo al Refugiado

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