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lunes, 19 de febrero de 2018

Aceptar la diversidad

Carta del padre de Ekai
     Parece mentira que desde que existe vida inteligente en la Tierra hayamos avanzado tanto en ciencia, tecnología, medicina, leyes, salud y otros muchos ámbitos complejos y sin embargo, nos cueste tanto aceptar simples diferencias entre personas

     En los últimos días conocer las historias de Ekai y de Julia me han roto un poco por dentro, pensar en ellos me duele, me hace daño, pero me anima a ser constante con mis luchas personales. Hoy me asomo a la mandrágora sólo para recordar a estas dos personas valientes y sensibles que han sido noticia a su pesar. No tienen nada que ver, habrá quien piense que no debería mezclar ambas historias, pero yo creo que sus luchas son un ejemplo que nos ha de iluminar para no volver a cometer los mismos errores.

     Ekai tenía 16 años, él sólo pedía ser aceptado como era, recibir tratamiento hormonal y que en su centro escolar profesores y alumnos recibieran formación sobre transexualidad e identidad de género. No parece mucho a cambio de un corazón, el de Ekai, que el pasado 15 de febrero dejó de latir para siempre, cuando decidió quitarse la vida al no soportar esta lucha constante.

      Resulta terrible pensar en sus padres, en todo lo que hicieron por él y en el dolor de este momento. Resulta terrible pensar que hayamos creado una sociedad incapaz de entender cosas sencillas, incapaz de empatizar con el sufrimiento ajeno, insensible a las necesidades básicas de adolescentes que buscan su lugar en el mundo, a quienes sólo podemos y debemos apoyar.

     A lo largo del país se han sucedido los homenajes. Ahora es tarde, ya no podemos hacer nada por Ekai, pero su memoria nos impulsa a no perder la esperanza. Como dice su padre: "espero que tú, mi genio EKAI, seas el último".

En IGUALES e IGUALES USAL rendimos homenaje a Ekai
     Estos días también he pensado mucho en Julia, una mujer de 49 años, con síndrome de down, expulsada de un acto comercial en Cuenca por los responsables de la empresa para evitar que asustase al resto de asistentes. Mi admiración profunda a sus hermanas por denunciar públicamente este vergonzoso acto de discriminación y a los asistentes al evento que decidieron levantarse y marcharse.

    Hago mías las palabras de mi amiga Carmen: "Espero un castigo ejemplar contra todos aquellos establecimientos que discriminen a nuestros chicos llenos de capacidades, porque ellos sí que dan miedo, lo que da miedo es la falta de sensibilidad y que aún haya gente así... sus mentes estrechas y su corazón de piedra sí que dan miedo".

     Gracias Carmen, por seguir siendo la voz que denuncia el estigma asociado a las personas con diferentes capacidades, que en realidad somos todos, y por mejorar la calidad de vida en nuestro entorno.

     A la raíz de la mandrágora le ocurre como a la humanidad, pues en función de la dosis utilizada puede curar enfermedades o por el contrario, causar la muerte. Las personas tenemos la misma dualidad, y ante tanta sinrazón, prejuicio, incomprensión y daño causado, yo me quedo con las muestras de generosidad y solidaridad que Ekai y Julia están generando por todo el país. Por favor, necesitamos con urgencia respetar y comprender la diferencia, necesitamos personas que cambien el mundo, necesitamos cambiar la mirada para aceptar por fin, que un mundo lleno de matices es un mundo más rico y habitable.

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