No es que el Congreso haya sido personal, no nos liemos, la que es personal es esta entrada, pues pretendo dar únicamente mi visión particular y subjetiva del mismo. Aunque la verdad es que un Congreso de este tipo es en cierto modo personal, pues cada congresista hemos vivido una experiencia diferente, gracias a las mil posibilidades activas en cada momento.
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Títulos sin acritud ¡lo prometo! |
Ser congresista se parece mucho a aquellos libros que tanto me enganchaban de pequeño, una colección que se llamaba "Elige tu propia aventura". Las sensaciones no difieren mucho: lo abres con emoción, con muchas ganas, con intriga y gran expectativa, al final de cada capítulo eliges por dónde seguir, y muchas veces piensas que quizá no hayas elegido bien, pero otras quedas altamente satisfecho y sabes que en parte han sido el azar o la intuición los elementos que han determinado la fortuna. No deja de ser curioso a la par que apasionante. Así ha sido este Congreso.
Resulta inevitable comparar este gran evento con el de hace cuatro años,
todas hemos evolucionado: las
personas que nos hemos encontrado, la
profesión, incluso las
normativas que nos dan cobijo y la propia
realidad social. También entonces publiqué una
entrada reflexiva sobre el Congreso de Marbella que titulé
"El día que desaparezcan los derechos sociales, desapareceremos nosotros" en alusión a una frase de
Belén Navarro que podrás leer si pinchas sobre el título resaltado. Algunas cosas no han cambiado, también en esta ocasión he echado en falta una mayor intensidad en las
reivindicaciones.
Quizá nos hemos acomodado un poco, es posible que nos hayamos creído en parte el discurso oficial que habla de una crisis que ha sido superada. Pero yo en mi trabajo diario me sigo encontrando con familias que no pueden pagarle los libros a sus hijos, familias cuyos recibos de luz, gas o calefacción se acumulan sin poder hacerles frente y familias con todos sus miembros en paro que no tienen cómo alimentar a sus hijos. Y me encuentro constantemente con personas mayores y dependientes que se mueren de asco porque la ley de dependencia no funciona adecuadamente. Y con todo esto a veces no sé si entre tanta gestión tengo tiempo para hacer Trabajo Social.
Todas aplaudimos cuando
Teresa Matús dijo muy fuerte que
el Trabajo Social tiene que ver con los derechos y el reconocimiento, o cuando nos habló de la desigualdad, la vulnerabilidad y los puntos ciegos que debemos aprender a reconocer, o cuando dijo que
los fallos no están en las personas sino en las conexiones que las unen, que mejoremos los sistemas, que
confiemos en el potencial de la gente.
También aplaudimos cuando
Christian Felber nos dió esperanza al hablar de la
economía del bien común y decirnos que
los mercados libres no existen, pero
que pueden ser más éticos, o cuando nos hizo ver que
cada regla que nos damos restringe la libertad y causa dolor en el pueblo soberano. Por supuesto le aplaudimos las piruetas y la sonrisa, pero eso ya es otra historia.
Y sin embargo, a lo largo de las comunicaciones y actividades del congreso
eché en falta una mayor defensa de los derechos de las personas que son nuestro material de trabajo. Y también eché en falta, una vez más, a los
directores y gerentes que tanto están trabajando para visibilizar los puntos ciegos de nuestro sistema de bienestar.

Sería injusto, no obstante, no reconocer todas las cosas buenas que ha tenido este Congreso, al mismo tiempo que agradecer al
CGTS y al
Colegio de Badajoz el impresionante trabajo que han hecho para que los demás nos dediquemos a disfrutar (y a veces a ser injustos con críticas posiblemente demasiado duras).
La organización ha trabajado mucho y muy bien, incluso en momentos críticos en los que por falta de espacio las salas se llenaban y nos quedábamos sin poder entrar a la actividad que más interés tenía. Visto con perspectiva,
entiendo que no han sido responsables de estas limitaciones. Además, gracias a una de estas situaciones conocí a las trabajadoras sociales canarias más simpáticas y acogedoras que me inyectaron motivación durante estos intensos días.
Me gustaría destacar algunas de las actividades que más he disfrutado, además de las conferencias marco mencionadas, ambas brillantes. Algunas comunicaciones me han resultado sorprendentes e innovadoras, como la de
Silvia Adillón, que nos mostró un
sistema de atención domiciliaria para mejorar la calidad de vida de pacientes que de otro modo estarían
hospitalizados. Otras las exponen amigos y además de la calidad de su exposición, compartimos afecto y admiración, como es el caso de
Carmen Ruth Boillos con su experiencia de
Trabajo Social Rural y
Fernando Cuevas con la aplicación de
las redes sociales a la docencia del trabajo social.
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Encuentro de la BlogoTSfera |
Para ir concluyendo, también quiero mencionar el
Taller-encuentro de la BlogoTSfera, esta vez estuvimos catorce miembros de esta familia y el encuentro resultó muy dinámico, con la
presentación de nuestro grupo y nuestros blogs, dando tiempo a la
participación de la gente que quiso estar con nosotros. Ver el interés que genera nuestra experiencia me anima a continuar dando contenido a este espacio virtual.
Gracias a todas las personas que me habéis dicho que valoráis lo que escribo ¡os debo una!
Quiero acabar con dos ideas. Una es tan cierta que duele y casi me hace llorar, lo dijo
Encarna Peláez, comisaria de la exposición sobre
Mary Richmond, en el debate sobre Servicios Sociales con los políticos: "
En Servicios Sociales damos bolsas de alimentos y quitamos la dignidad". Me niego a pensar que esto dure para siempre, lucharemos por cambiarlo.
La otra idea es de
Teresa Matús que nos dijo, en la conferencia inaugural, que "
el Trabajo Social ha de ser un trabajo en movimiento" y nos lo recordó de forma práctica
Antonio Nisa en la clausura. Y eso es lo que yo quiero, un Trabajo Social en movimiento, formado por personas maravillosas como las que estos días nos hemos encontrado en Mérida, personas con
ilusión, con
motivación, con un
compromiso férreo y con ganas de aportar para que todas las personas mejoremos y seamos más felices, más
dignas en el reconocimiento de nuestros derechos, más
integradas, más
plenas.
Y es que un Congreso de nuestra profesión ha de ser ante todo, lo que ha sido, un encuentro profundamente humano entre personas que son conscientes de que sólo en comunidades sostenibles, inclusivas, solidarias y cuyas relaciones estén basadas en los derechos y el reconocimiento de la dignidad del otro, es posible el pleno desarrollo de los pueblos y sus gentes.
Y ahora sí, de verdad, termino con el
AGRADECIMIENTO a mi compañera
Beatriz Carballo, por haber creado un lazo más humano entre nosotros y por la etapa que hemos pasado en el
Colegio de Trabajo Social de Salamanca y Zamora, que ha tenido como broche este Congreso. ¡
Gracias,
compartiremos mucho más!