miércoles, 30 de octubre de 2013

El Lago de Sanabria y la Reforma de la Administración Local




¿Conocéis la leyenda del Lago de Sanabria, el mayor lago de origen glaciar de la península ibérica, situado en la provincia de Zamora?

Cuentan que un peregrino llegó a la aldea de Villaverde de Lucerna pidiendo limosna, sin obtener por parte de los habitantes la ayuda solicitada. Únicamente unas mujeres que estaban haciendo pan se apiadaron del peregrino, permitiendo que se calentase junto al horno y disfrutase de su humilde alimento. La masa que las mujeres metieron en el horno creció tanto que comenzó a salirse y el hombre, que según cuenta la leyenda resultó ser el mismo Jesucristo, transmitió un mensaje a las mujeres: el pueblo recibiría un terrible castigo ante su falta de caridad. El hombre clavó su bastón en el suelo y el agua comenzó a brotar de forma torrencial, provocando que el municipio se inundase en poco tiempo. Dice la leyenda que la pequeña isla que hoy podemos divisar en medio del lago es el horno de pan, único lugar del pueblo que se salvó del castigo. Dicen que desde entonces en la noche de San Juan, quienes se acercan al lago de Sanabria, pueden oír el repique de campanas de la Iglesia anegada por las aguas.

Esta leyenda fue inmortalizada por el gran Miguel de Unamuno en su novela “San Manuel Bueno, mártir” publicada en 1931, y alcanzó triste fama, por considerarse premonitoria, ante la catástrofe de Ribadelago. Este municipio de la comarca de Sanabria quedó totalmente destruido por un impresionante caudal de agua en 1959, debido a la rotura de la presa de Vega de Tera.

Esta leyenda apelaba, probablemente, a la bondad de la gente, pero a través del miedo: premio o castigo, en función de la generosidad que muestres con tus vecinos más necesitados. Ese fue el sistema de ayuda mutua históricamente, según nos han contado. La caridad y la beneficencia no se basan necesariamente en el castigo, pero no deja de ser un modo de lavar conciencias. En estos tiempos de malestares, esta limpieza de conciencias se hace de forma pública, televisada, con una audiencia hambrienta del falso espectáculo de la solidaridad. Los pobres, acuciados por su necesidad y desesperación, se lanzan al ruedo mediático que la televisión pública pone a su disposición y apelan a la generosidad ciudadana que se sentirá un poquito mejor después de ofrecer su ayuda desinteresada y arbitraria.

Con la reforma de la Administración Local estamos dando un paso atrás en los Servicios Sociales, un paso atrás de gigante. Va a ser muy duro asumir el nuevo escenario, una vez se elimine la competencia a los Ayuntamientos, y muy duro el proceso en el que necesariamente nos vamos a ver inmersos para volver a conquistar derechos. Porque recortar es muy fácil, pero recomponer es siempre un camino difícil.

Los trámites de esta reforma ya están muy avanzados en el Congreso, habiéndose rechazado las enmiendas a la totalidad presentadas por la mayor parte de la oposición. De esto a su aprobación definitiva hay un pequeño paso, pues el desgobierno de la nación hace oídos sordos al extendido clamor contra este terrible desmantelamiento del Estado de Bienestar.

Volveremos a etapas de beneficencia que parecían ya superadas, quizá vuelvan a cobrar fuerza leyendas como la del Lago de Sanabria, que nos inciten a dar limosna a gente que no querremos ver cerca,  y quizá pretendan que los trabajadores sociales que resistamos el temporal nos dediquemos a repartir mantas y caldos calientes.

Pero se equivocan. Yo ya estoy preparado para la batalla. Y sé de muchas y muchos compañeros que también lo están. Eso me anima, me da fuerza, me proporciona aliento y seguridad. Es lo que nos ha tocado vivir, pero si nos mantenemos firmes, podremos salir reforzados. Al menos, que no nos consigan silenciar.




Si queréis leer más sobre la reforma, de la que yo cada vez estoy más convencido que forma parte de un plan orquestado y meditado para ir acabando con todo lo público y de la que ya hablé en otra entrada de este blog (aquí) os hago varias recomendaciones de noticias, reflexiones y documentos:

¡Resistencia, compañeras y compañeros!




miércoles, 16 de octubre de 2013

Los Servicios Sociales se van de marcha


La Marea Naranja llega a la Sierra de Gredos

A ver, no nos volvamos locos, que no nos hemos ido de fiesta, ni de vacaciones, ni de asuntos propios, que de eso cada vez nos queda menos. Seguimos trabajando como podemos y nos dejan y sólo en el tiempo libre, nos vamos de marcha. Y no una marcha cualquiera, no: naturaleza, amigos, naturaleza. Porque quienes nos dedicamos a los Servicios Sociales, somos gente muy natural.

Los dos pasados domingos han sido días muy especiales para mí y me gustaría contaros qué he hecho, pues está muy relacionado con los temas de los que suelo hablar en el blog. 

El domingo 6 de octubre celebramos la Convivencia Anual de Voluntariado del Comité Ciudadano Antisida de Zamora y este año nos fuimos de marcha. Colaboro como voluntario con el Comité desde hace bastantes años y este tipo de encuentros nos recargan la energía y nos animan a continuar la labor. Quien me lee habitualmente, sabe que defiendo con uñas y dientes (cómo me apetecía utilizar esta frase) los Servicios Sociales públicos, pero al mismo tiempo considero que la iniciativa privada, sin ánimo de lucro, es fundamental y complementa a la administración, utilizando los recursos escasos con agilidad y eficiencia. 

Este año hemos hecho la ruta de los Molinos en Fariza de Sayago (Zamora) hasta los Arribes del Duero, donde las vistas son espectaculares, como se puede observar en la foto inferior. Este maravilloso paraje se extiende entre las provincias de Zamora y Salamanca, siendo frontera natural con nuestro vecino Portugal. Si tenéis la oportunidad no dejéis de visitarlo. Y si queréis compañía, no dejéis de decírmelo. 

Comenzamos nuevo curso en el Comité Antisida, y lo hacemos con ilusión, con ideas nuevas y con ganas de seguir trabajando. Han pasado los años pero en ese aspecto no hemos cambiado tanto. Seguimos teniendo muy claro que el derecho a la salud y a una vida digna es un derecho fundamental y vamos a seguir peleando para que sea universal. No nos lo ponen fácil, pero somos muy tenaces y además no estamos solos.

El domingo día 13 también me fui de marcha, en este caso con mis compañeras del CEAS de Peñaranda de Bracamonte y algunos familiares. El destino: Sierra de Gredos en su parte más alta, en la provincia de Ávila. Hicimos la Senda de la Laguna Grande hasta el refugio Elola, una ruta más intensa que la realizada la semana anterior, pero absolutamente apasionante y revitalizadora.

Y como no podía ser de otro modo, nos pusimos las camisetas de la Marea Naranja para seguir diciendo Hasta Aquí: porque en los Servicios Sociales queremos hacernos oír, y si hace falta subirse muy alto para que nos vean y nos oigan: ¡estamos dispuestos!

Además de un pequeño gesto reivindicativo, el día nos sirvió para hablar, reír, disfrutar y seguir haciendo camino juntos en un espacio deportivo y de ocio. Porque un grupo humano que trabaja codo con codo, que se conoce, se respeta, se admira y se aprecia, siempre prestará un mejor servicio.

Mi compañera Concha, que es la que más experiencia tiene en la montaña, nos dice que las rutas hay que comenzarlas como un viejo para acabarlas como un niño. Y esa frase me recuerda a otra que de vez en cuando oímos en el ámbito de la acción social y que dice así: "En Servicios Sociales empezamos como Sancho el Bravo, continuamos como Sancho el fuerte, y lo que debemos evitar a toda costa es acabar como Sancho Panza". 

¡Bravo por todos los que en Servicios Sociales luchan cada día por seguir siendo Sancho el fuerte! 

Arribes del Duero. Zamora.

Y ahora os pregunto: ¿nos vamos de marcha? ¿cuál es el siguiente plan, que yo me apunto?

P.D. La campaña "Hasta Aquí" del Consejo General de Trabajo Social, que intenta paralizar el desmantelamiento de los Servicios Sociales tal y como están actualmente configurados, sigue en marcha. Puedes leer el Manifiesto que se acaba de elaborar en el siguiente enlace.

lunes, 7 de octubre de 2013

Otra de desahucios




Os propongo un pequeño juego. Las instrucciones son muy sencillas, sólo hay que observar la imagen que encabeza esta entrada durante diez segundos. Es una imagen que todos conocemos: "La última cena" de Leonardo Da Vinci, pero le falta algo.

¿Qué sentís tras unos segundos de observación? ¿se remueve algo por dentro?

Jose Manuel Ballester, pintor y fotógrafo autor de la obra, ha eliminado toda acción de la imagen, todos los personajes de la pintura original. Ya no hay vida, la sensación de vacío y soledad es brutal. Cuando miro la imagen, el desasosiego que siento es inmediato. Es como si todos se hubieran ido de repente, de forma brusca, hay algo inacabado, algo que no cuadra. Hubo vida pero ya no la hay, es el instante de la nostalgia y la desazón. Ese parece ser el objetivo del autor y desde luego conmigo lo consigue. ¿Lo logra contigo, que has aceptado mi juego?

Vuelvo de  nuevo a tratar el grave problema de los desahucios. Me preocupa porque no veo el final. Y si yo no lo veo, no me puedo hacer una idea de cómo lo tienen que estar pasando las personas que se ven afectadas directamente.

No me encuentro de forma habitual con este problema en mi trabajo diario, por suerte, pues no sé si lo podría soportar, pero la gente tiene miedo, mucho miedo. Quien tiene problemas económicos e inestabilidad laboral y una hipoteca o alquiler, tiene miedo. Los medios de comunicación, las redes sociales e internet están llenos de noticias sobre gente que pierde su casa, y ese bombardeo genera mucho miedo. Y es un miedo muy real.

Hace unos meses escribí sobre desahucios por primera vez. Si quieres revisar la entrada la puedes leer aquí. En ese momento os hablé del "Servicio Integral de Apoyo a las Familias en Riesgo de Desahucio" puesto en marcha por la Junta de Castilla y León y que tantas dudas me generaba entonces. Ahora lo digo claro: es un lavado de imagen ruin, indigno y cutre. No se puede actuar de forma más rastrera. Ahora mismo os cuento el por qué, aunque voy a empezar por el final.

Uno de mis momentos de mayor satisfacción profesional se produjo hace unos meses, cuando una ayuda de emergencia social fue concedida a una familia para cubrir varias cuotas impagadas de su hipoteca. El riesgo de desahucio era inminente. No recuerdo haberme sentido tan feliz tras la concesión de una ayuda que yo hubiese tramitado. Con lágrimas en los ojos me dijeron que soy una buena persona y me costó mucho contener la emoción. Soy un profesional pero no soy de piedra. Yo les dije que no, que no lo soy, que soy una persona normal, como ellos, y que tengo un trabajo en el que de vez cuando la satisfacción personal que siento es infinita. Y que tengo suerte.

Esta historia, sin embargo, tiene un principio algo más feo. Como soy muy obediente y cumplidor, y aún confío en las potencialidades de los programas y servicios puestos en marcha por las administraciones, en un primer momento derivé a esta familia al que informalmente llamamos "Servicio de prevención de desahucios". No les dieron cita. Ni siquiera les escucharon. El vacío, la soledad, como en el cuadro que encabeza esta entrada. Les abandonaron totalmente a su suerte. ¿Queréis saber por qué? Os lo explico: resulta que la vivienda de esta familia es de protección oficial y la hipoteca que pagan no está contratada con una entidad bancaria sino directamente con la Junta de Castilla y León, a quien deben pagar su cuota cada mes. No cumplen los requisitos para que se les atienda en este servicio. La Junta no está dispuesta a negociar, no hay segundas oportunidades: o pagan, o se van a la calle.

La Junta lava su imagen vendiendo este servicio como la solución a todos los males, pero establece unas reglas que sólo pueden definirse como perversas. Crean un servicio para el que no hay prácticamente presupuesto alguno, sobrecargando a los profesionales de las entidades locales, cuya función es hacer una mediación con las entidades bancarias y diseñar un plan de economía familiar, pero si el problema es con ellos directamente, entonces no negocian, sólo se juega con el dinero ajeno. Qué hipocresía más grande. 

En los Servicios Sociales no abandonamos a esta familia. Seguimos adelante luchando junto a ellos para encontrar una solución, porque seguimos creyendo que volver a empezar es un derecho. En los Servicios Sociales, insisto, en lo público. Servicios Sociales amenazados de muerte por la reforma de la administración local.

Si lees en prensa que gracias a este servicio la Junta de Castilla y León está paralizando desahucios, no seas ingenuo, no te lo creas, te están mintiendo. Son los movimientos sociales y la presión ciudadana los que están logrando que muchas de estas personas no se vayan a la calle.

¿Te imaginas que un día pierdes tu casa? ¿te imaginas en la calle, de pronto, sin tus cosas? ¿te imaginas únicamente con aquellas pertenencias que entran en un macuto? ¿te imaginas un escenario semejante? El vacío, la soledad, como en el cuadro que encabeza este escrito. Pérdida. Dolor. Vacío. Desarraigo.

A pesar de todo, no quiero terminar con esta sensación. Todo escenario vacío puede volver a llenarse de vida. Si al principio de la entrada os he ofrecido una imagen de soledad y abandono, como una vivienda cuyos habitantes acaban de ser desahuciados, ahora quiero devolveros la imagen original, la vida, la esperanza. Quiero terminar con el deseo de volver a ver a la gente feliz, en su hogar, viviendo con un mínimo de estabilidad y confianza. Quiero pensar que todos podemos tener una vida digna. Quiero pensar que la utopía es posible, que lo conseguiremos. Que no nos van a quitar la ilusión y que hay oportunidades infinitas. Que podremos recomponer los pedazos y renacer.